02 mayo, 2007

Una mirada al cuento venezolano

Las siguientes líneas no pretenden una paráfrasis de rigor que vierta en sinónimos lo ya dicho por Domingo Miliani (1934) en “Espacio histórico del cuento venezolano” (1973), texto que sirve de prólogo a la edición de "El cuento venezolano en El Nacional. Premios del concurso anual 1943-1973" (1973). Lo que se intentará en las siguientes líneas será la exposición comentada de los núcleos significativos del texto que sirven como armazón de sus ideas. Veamos.

Miliani estructura el texto en seis “capítulos” que, en una apresurada observación, nos permiten pensar en una posible orientación sociológica a la que recurre el autor para su aproximación a la narrativa venezolana:

1.- Historia y espacio de la literatura narrativa
2.- El concurso de cuentos
3.- Los grandes momentos
4.- Los jurados
5.- Textos y autores
6.- Balance

Miliani basa así su aproximación crítica en la trinidad lingüística emisor-mensaje-receptor –no obviando el contexto– permitiéndole de esa manera estudiar la narrativa venezolana como “un modo de expresión literaria [que] traza su propio espacio y formula un eje por donde va transitando en continua evolución”. Se distancia así Miliani de la crítica decimonónica positivista que exalta la figura del autor y conduce la reflexión sobre la obra literaria en función de la biografía de los artistas.
Arturo Úslar Pietri, en su “Esquema de la evolución del cuento venezolano” (1940), situaba el problema de la identidad de las artes en la cuestión del referente. Una obra artística sólo aceptaba el adjetivo de nacionalidad si en su desarrollo reflejaba el contexto de la realidad circundante. Así, la idea se engarzaba con el proyecto de construcción de nacionalidades por medio de los imaginarios del arte. Úslar Pietri diría: “Nuestra verdadera novela iba a nacer precisamente con los hombres que [...] iban a ir directa y simplemente a retratar a nuestro pueblo, a pasear el famoso espejo por el camino”. Es por ello que Úslar Pietri colocaba como condición sine qua non para la existencia de la literatura venezolana, la influencia del Realismo y Naturalismo francés, que motivó a voltear la mirada hacia el terruño y cuya adaptación vernácula sería manifestada en el criollismo: “nuestra historia del cuento [...] se confunde casi por completo con el nacimiento y evolución del criollismo en Venezuela”.
Miliani por el contrario, y con un nuevo horizonte estético por delante, caracteriza a la narrativa venezolana de entre las décadas de los cuarenta y setenta del siglo XX como reacción ante la esclerosada pintura de la realidad, que llegó a convertirse en “una incesante repetición de hablas pintorescas y de paisajes morosos”. El “famoso espejo” de Úslar había perdido ya la magia de su azogue y, antes que asombro, desprendía de los labios de sus espectadores un largo bostezo. “El lector se había visto demasiado idéntico en el fondo del espejo y concluyó dando la espalda a su propia imagen sin distorsión”, habría dicho Miliani.
La valoración de las publicaciones periódicas se redimensiona bajo la perspectiva de Miliani. Ya el papel periódico no es más objeto de desecho o víctima sacrificada por manos de pulperos y embaladores. Ahora, las revistas y periódicos son, al decir de Gonzalo Picón Febres, 65 años antes que Miliani, "depósito de interesantes datos que servirán mañana de abundoso contingente para escribir la historia científica y literaria del país". Letra que parece haber entrado con sangre en los tercos oídos de los investigadores literarios.
“La evolución del cuento como categoría expresiva puede estudiarse mejor en nuestras fuentes hemerográficas que en los volúmenes editados por sus autores”, diría Miliani; y esta afirmación es explicable, en parte, si recordamos la frase que sobre la Buenos Aires de finales del siglo XIX pronunció Rubén Darío: "Publicar un libro era una obra magna, algo como comprar un automóvil ahora, o un caballo de carreras". A pesar del auge de la impresión en la época guzmancista, auge demostrado por el estudio de Cira Naranjo y Carmen Sotillo en el que se señalan 366 publicaciones realizadas entre 1808 y 1870; y 1.059 publicaciones entre 1870 y 1887, años éstos que comprenden el llamado período del guzmancismo, no era lo suficiente como para satisfacer la demanda, por lo que la opción más expedita era la publicación del texto en revistas o periódicos. Las publicaciones periódicas coparon entonces el horizonte del ejercicio de la escritura. Manuel Gutiérrez Nájera dijo al respecto: "Si Aristófanes hubiera nacido en nuestros tiempos, tengo por seguro que él habría redactado gacetillas". O para volver a Rubén Darío: "Hoy y siempre, un periodista y un escritor se han de confundir...".
La lista de publicaciones periódicas mencionada por Miliani es bastante representativa: “La Opinión Nacional”, “El Cojo Ilustrado”, “Cosmópolis”, “Cultura Venezolana”, “El Universal”, “Élite”, “Fantoches”, “El Nacional”, “Contrapunto”, “Revista Nacional de Cultura”, entre otras, en la que es posible constatar una evolución de la narrativa venezolana que va desde los albores criollistas hasta el “realismo contestatario y de signo éticorreformista o hacia una disolvencia poética de la imagen real”.
Otro aspecto, que pertenece al ámbito de la institución literaria, es el referente al concurso. Cenicienta de los intelectuales, el concurso literario ha sido visto a través de la historia como trampolín hacia el reconocimiento, para unos, y como farsa deleznable, para otros. Para Miliani, el concurso de cuentos se inicia en Venezuela con la convocatoria realizada por “El Cojo Ilustrado” a finales del siglo XIX, siguiéndole en importancia el realizado también por “Fantoches”, ya entrado en el siglo XX.
Suponemos que el texto “Espacio histórico del cuento venezolano”, que motiva estas líneas, fue solicitado especialmente para la edición del libro en homenaje a los cuentos ganadores de “El Nacional”, por lo que Miliani se explaya en los comentarios sobre la historia de los cuentos ganadores del concurso. El ánimo no nos ayuda a transcribir cada uno de los nombres y su valoración involucrados en esa historia. No es el fin que perseguimos.

2 comentarios:

  1. Anónimo9:13 a.m.

    Estimado Diego.

    Te pongo mi correo para restablecer contacto:

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    Un abrazo.

    Carlos S.

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  2. Anónimo2:52 p.m.

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