04 mayo, 2007

Leer para ser

Recuerdo con especial nitidez de mis días de estudios universitarios al profesor de morfosintaxis y semiótica. Él, excéntrico y responsable en su labor docente, siempre motivaba a sus estudiantes a la lectura diaria y al constante aumento de nuestro vocabulario. Como creía que el hacer es la mejor lección, pues mi profesor se propuso la tarea de conocer y memorizar todo el diccionario de la Real Academia Española. Para ello, pidió a un estudiante que le grabará en casetes, aquellos artilugios musicales de antaño, letra por letra y definición por definición todo el mamotreto.
Veíamos siempre al profesor pasearse por los pasillos de la universidad con su "walkman" (¡qué de tiempo!) escuchando las definiciones del diccionario.
Mi profesor era de los que sabían que la realidad está hecha de palabras, y que así como sea nuestro lenguaje, así será entonces nuestra realidad.
La lectura cotidiana nos ayuda entonces a pensar más y mejor pues, si pensamos con palabras, entonces mientras más palabras conozcamos mayor y más complejo será nuestro pensamiento.
Recuerdo un experimento realizado con un chimpancé para averiguar la cantidad de palabras que podía reconocer. El chimpancé llegó a las 300 palabras. Un loro puede dominar 20.
Leí en otra parte que en el diccionario español existen aproximadamente 100.000 palabras y una persona que lee cotidianamente y posee un vocabulario amplio alcanza en promedio las 1.000 o 1.500 palabras. Una persona que no lee ni las vallas con las cuales se tropieza en cada esquina, domina entre 300 y 500 palabras.
Da tristeza ver que la falta de políticas para el fomento de la lectura, el poco interés de la familia en contrarrestar la apatía hacia la cultura escrita y el desánimo individual han hecho retroceder a la especie humana hasta equipararlo con un chimpancé. Pareciera que el "homo sapiens", que logró serlo gracias al desarrollo del lenguaje, quisiera regresar a la condición de "homo habilis". Un ser que sabe hacer cosas pero que no le interesa comunicarse.

3 comentarios:

  1. "Todo educador comprometido con su labor, tiene que tomar en cuenta las virtudes que enseñan los libros,no sólo porque se leyó en algún lado que leer es bueno,sino porque lo ponga en práctica y experimente los cambios que en su persona puede ocurrir (intelectualmente); esto es, primeramente, a través del disfrute, de encontrar la cosquillita del descubrir leyendo"... ¿Cómo encontré esa cosquillita? no lo se, pero sigue siendo toda una aventura. Saludos =)

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  2. Anónimo6:17 p.m.

    La lectura no la podemos considerar únicamente como un mecanismo para enriquecer nuestro vocabulario, también debemos enseñarle a las personas que la lectura es como una locomotora de placer, sentimientos, que a través de ella es posible escapar de nuestra realidad agotadora, y que nos permite vivir sensaciones nuevas...

    Me gusto este momento de reflexión...

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  3. Más que memorizarse el diccionario, es fundamental aprender a pensar, a relacionar, a asociar A con B para llegar a C, a sacar conclusiones y a confrontar ideas. Una computadora, por ejemplo, se sabe de pe a pa el dicc. de la Real Academia, y el del doctor Seco, y el Ilustrado de Botánica, pero qué va, no puede dar el gran salto. Me parece que por ahí va la cosa.
    Saludos cordiales y muy bueno el texto, como siempre.

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