28 agosto, 2009

Lo que echo de menos en la literatura venezolana


-Echo de menos en la literatura venezolana una consolidada presencia del mar. No ha habido un Virgilio venezolano que le haya cantado con propiedad al Mar Caribe.


-A esa ausencia se suma también el tema petrolero en el discurso literario venezolano. Ha habido novelas del petróleo en el corpus de la literatura venezolana (que lo diga Gustavo Luis Carrera), pero ninguna de ellas ha hecho del "excremento del diablo" leitmotiv perenne y problematizador. Si la literatura es espejo crítico en donde la sociedad reflexiona sobre sí misma, entonces mar y petróleo, temas esenciales de la cultura y sociedad venezolanas, son lagunas de nuestra identidad.


-Echo de menos una literatura venezolana que incorpore el estilo, las imágenes, la trama y los ambientes del cine negro y del cómic. Roberto Echeto y Fedosy Santaella han esbozado el camino y más temprano que tarde nos sorprenderán con una obra duradera.


-Añoro una literatura venezolana que haga de la Dimensión Latina, Pastor López y El Carrao de Palmarito motivos que encumbren la cultura de la música popular y la universalicen desde una visión literaria. Se había iniciado el camino con nuestros boleristas, como Felipe Pirela, pero hasta allí llegó la iniciativa. Cual Cortázar con el jazz de Louis Armstrong y Duke Ellington o Eduardo Liendo con la vida de Pedro Infante, la literatura venezolana debe unas cuantas líneas a nuestros cantores.


-Echo de menos una literatura venezolana que esté soportada por teorías, críticas e historias pensadas para nuestra realidad.

12 agosto, 2009

Armitano

Con las ediciones de Armitano conocí dos cosas imposibles de imaginar desde mi rincón provinciano de pueblo andino de la segunda mitad del siglo XX: un país con una gran tradición artística, capaz de mostrar al mundo un legado esplendoroso, y además el asombro de ver libros hermosamente editados, como nunca antes se habían hecho en Venezuela.

Ernesto Armitano, nuestro Valentín Espinal del siglo XX, realizó la formidable labor de construir una visión de país que va más allá de las misses y el petróleo. Cuidando forma y contenido, Armitano, sin exagerar en esta afirmación, construyó con sus ediciones el relato que internamente nos cohesionó en un discurso artístico nacional y externamente nos dio una voz y posición en el mundo.

Vaya esta breve nota en homenaje al gran editor y, quizás como propuesta para preservar su obra y en agradecimiento por su labor, el Estado venezolano debería considerar a las ediciones Armitano como patrimonio cultural del país.

Gracias nuevamente, Armitano.