12 noviembre, 2006

Yo, El Almirante

Para recordar al poeta Pepe

Yo, Cristóbal Colón, el Almirante, he podido abandonar
el primer viaje y evitar esta refriega inútil de no saber
jamás dónde ni cómo.
Ciertamente he podido evitar esta maldita aventura de
aguas y sangre.
Dócil, bajo los arbustos de Galicia, he podido dormir
borracho
o amanecer en el prado,
persiguiendo a la moza de bucles de gallina.
Mis manos suenan como una batalla y sé que estoy
perdido:
el amor de Cristo y de la Reina no bastan para detener
ahora que soy dueño de la tierra en círculo
esta infinita avaricia que seduce y que me incita al crimen
a la traición, a todo cuanto quise.
Vivo demente, soñando que soy bodega o proa. No deseo
como antes
tirar mi boca roja al mar y hacer con mis brazos fiestas
prodigios de espuma.
Cuando llego a las posadas pierdo estribor
y desorbitado, impaciente, grito tierra. Pido una carta
una copa, un halcón de otoño y grito tierra.
Grito desesperado
hasta que los huéspedes cansados despiertan y golpean
sin clemencia
me arrojan enormes puertos en la espalda.
Trato entonces de caminar hacia atrás
como si no hubiese nunca nada
y algo distinto al mundo esperara.
(José Barroeta, 1996)

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