03 noviembre, 2006

La telaraña en los ojos...

Ojeando un viejo texto de Svend Dahl que lleva por título “Historia del Libro”, me topo con una frase enigmática, desubicada, puesta allí como quien consigue un tomo de la “Ilíada” en medio del montón de revistas de un consultorio odontológico. La frase dice así: El que Herodoto, en su descripción de Egipto, no mencione los papiros es prueba de que éstos eran un fenómeno cotidiano en su país. Hasta ahí la frase. Nada. Ni una palabra más que argumente lo dicho, como si fuese cosa nimia lo expresado. Si el silencio es prueba de la existencia, debe encontrarse entonces un mundo más ancho y ajeno, como diría Ciro Alegría, detrás del mundo que los sentidos nos muestran en el bullicio festivo de lo cotidiano. Pareciera que ante tantos signos los sentidos se adormecen, se aburundangan, y comienzan a desaparecer de la realidad los objetos que ya son habituales en nuestro espectro visual. La lámpara de noche que lleva ya tres años en la esquina del dormitorio, ha desaparecido de tanto verla en su perpetua inamovilidad. El sofá de la sala es un ente metafísico, inexistente, que anuncia su presencia cada vez que hay que barrer debajo de sus patas. “La cotidianidad nos teje telarañas en los ojos”, habría dicho el poeta argentino Oliverio Girondo, optando por la sorpresa, el extrañamiento, el asombro; nuevas miradas como solución a la desesperanza contemporánea.

3 comentarios:

  1. Saludos Diegos, felicitaciones por el blog. Estaré dando vueltas por aquí.

    Larga vida a Valencia.

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  2. Anónimo7:54 p.m.

    Que bueno Diego espero que me puedas icluir un poquito del libro en tu Blog.
    Saludos.
    Arturo

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  3. Gracias amigos. Las puertas y ventanas de Saparapanda siempre estarán abiertas para ustedes

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