El personaje del pícaro hispanoamericano posee su antecedente remoto en la península ibérica, lugar desde donde los conquistadores lo trajeron en sus naos. Aquí tuvo adaptaciones en su ropa, nombre, lenguaje, según el país al que llegaba, pero mantuvo intacta su especial forma de ser: origen humilde, ingenioso al máximo, se burla, aunque sin maldad, de los crédulos o de quienes intentan perjudicarlo. Puede llamarse Pedro Malazarte (Brasil), Tío Conejo (Ecuador, Nicaragua), Pedro Rimales (Venezuela) o Urdemales (Guatemala, Argentina), pero siempre actúa guiado por el desafío de la aventura, el hambre, o la necesidad de salir de un apuro. A través de la sonrisa inevitable que provocan, sus historias han perdurado en la tradición de los distintos pueblos, que se hacen cómplices de aquel que sabe usar su ingenio ante el peligro, o ante el abuso de los poderosos, los egoístas y los ambiciosos.
Nuestro personaje ha tenido una variada y pomposa genealogía: Cervantes lo tenía en la "Comedia Famosa de Pedro Urdemales", impresa en Madrid en 1615. Ha figurado también en el libro español la "Lozana andaluza", publicado en los comienzos del siglo XVI; a mediados de este mismo siglo, Alonso Jerónimo de Salas Tabardillo publicó "El Sutil Cordovés Pedro de Urdemales", y en el "Vocabulario de Refranes", de Gonzalo Correa, publicado en el primer tercio del siglo XVII, aparece el pícaro de marras. Hasta tiene un antecedente en Alemania, llamado Till Eulenspiegel.
Con todos estos antecedentes se le ha hecho nacer en Chile en una "Historia de Pedro Urdemales", que se escribió en 1885. En México, Virginia Rivera R. de Mendoza recoge sus cuentos en Tlaxcala; en Nuevo México relata sus aventuras Aurelio M. Espinosa; en Puerto Rico, J. Alden Mason; y en Honduras, Alberto Membreño.
Este personaje, olvidado en España, anda por América urdiendo malas artes, contando sus cuentos y haciendo truhanerías, ya llamándose Urdemales, Undemales, Undimales, Urdimales y Malazarte.
En la región nordestina del Brasil, Malazartes ha recibido también otros nombres: João Grilo, Cançao de Fogo, Amarelinho y Quengo. Ligia Vasallo nos da una completa descripción de Malazarte:
Se trata de un heredero del trickster de las sociedades etnológicas, ser sagrado y violador del tabú, lo que explica sus poderes mágicos y su carácter ambivalente de benefactor y malintencionado al mismo tiempo. Individualista al extremo, bufón y héroe, se hace víctima de sus propios ardides y se identifica con el gran antagonista, el astuto imbatible de las historias populares y el anti-héroe por excelencia. Él resuelve sus impases de modo muy singular, sin perturbar por ello el orden establecido. Ridiculiza y rechaza todos los símbolos del poder y la jerarquía vigentes en la sociedad, usándolos en provecho propio, sin jamás integrarse al orden estructural.
Malazarte es el personaje generador de la carnavalización, de aquella que nos habló Bajtín, al trastocar el orden establecido. Por medio de él, el ser desposeído se siente aliviado de la venganza y ve al poderoso en el papel de la derrota.
Nuestro personaje ha tenido una variada y pomposa genealogía: Cervantes lo tenía en la "Comedia Famosa de Pedro Urdemales", impresa en Madrid en 1615. Ha figurado también en el libro español la "Lozana andaluza", publicado en los comienzos del siglo XVI; a mediados de este mismo siglo, Alonso Jerónimo de Salas Tabardillo publicó "El Sutil Cordovés Pedro de Urdemales", y en el "Vocabulario de Refranes", de Gonzalo Correa, publicado en el primer tercio del siglo XVII, aparece el pícaro de marras. Hasta tiene un antecedente en Alemania, llamado Till Eulenspiegel.
Con todos estos antecedentes se le ha hecho nacer en Chile en una "Historia de Pedro Urdemales", que se escribió en 1885. En México, Virginia Rivera R. de Mendoza recoge sus cuentos en Tlaxcala; en Nuevo México relata sus aventuras Aurelio M. Espinosa; en Puerto Rico, J. Alden Mason; y en Honduras, Alberto Membreño.
Este personaje, olvidado en España, anda por América urdiendo malas artes, contando sus cuentos y haciendo truhanerías, ya llamándose Urdemales, Undemales, Undimales, Urdimales y Malazarte.
En la región nordestina del Brasil, Malazartes ha recibido también otros nombres: João Grilo, Cançao de Fogo, Amarelinho y Quengo. Ligia Vasallo nos da una completa descripción de Malazarte:
Se trata de un heredero del trickster de las sociedades etnológicas, ser sagrado y violador del tabú, lo que explica sus poderes mágicos y su carácter ambivalente de benefactor y malintencionado al mismo tiempo. Individualista al extremo, bufón y héroe, se hace víctima de sus propios ardides y se identifica con el gran antagonista, el astuto imbatible de las historias populares y el anti-héroe por excelencia. Él resuelve sus impases de modo muy singular, sin perturbar por ello el orden establecido. Ridiculiza y rechaza todos los símbolos del poder y la jerarquía vigentes en la sociedad, usándolos en provecho propio, sin jamás integrarse al orden estructural.
Malazarte es el personaje generador de la carnavalización, de aquella que nos habló Bajtín, al trastocar el orden establecido. Por medio de él, el ser desposeído se siente aliviado de la venganza y ve al poderoso en el papel de la derrota.
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