29 agosto, 2007

Fuera de servicio

Amigos: ando recorriendo el país, de extremo a extremo, por lo cual este blog entra en receso hasta mediados de septiembre. Gracias por los comentarios.
Hasta pronto.

20 agosto, 2007

¿Para qué filosofía de la educación?

Es sospechosamente curioso el hecho de que de todas las profesiones existentes, sea precisamente la del educador a la que se le exija una constante reflexión por el significado de su ciencia. Al médico, al ingeniero, al abogado o al licenciado en letras no se les ve discutir acerca de la medicina, la ingeniería, el derecho o la literatura ni mucho menos la repercusión de su oficio en la sociedad. Quizás por considerarse al educador como un eje fundamental de la sociedad, en cuyas manos se decide el destino de los habitantes de una república, la sociedad misma le exija claridad y tino en el ejercicio de su oficio.

Este constante reflexionar del educador acerca de su profesión ha obligado a la ciencia pedagógica a recurrir a la filosofía para despejar sus incógnitas. Así, una rama de la filosofía nace con el nombre de “filosofía de la educación”, con el propósito de analizar lo que han dicho quienes practican y teorizan acerca de la educación y de sus problemas fundamentales:

En la filosofía de la educación se pretende responder preguntas tales como: ¿qué involucra la educación?, ¿qué es exactamente enseñar?, ¿cuándo se puede afirmar con propiedad que se “sabe” algo?, ¿que criterios deben satisfacerse para decir que lo que un maestro hace puede caracterizarse verdaderamente como “punitivo”?, ¿qué quiere decir que todos los niños deben tener “igualdad de oportunidades”?, ¿qué significa “libertad” en un contexto educativo? (Moore, 1998: 22)

La educación toma de la filosofía la reflexión y el punto de vista de la totalidad para esclarecer los problemas relativos a la pedagogía. Así, viendo la educación como un todo, reflexionando acerca del hecho educativo desde sus presupuestos fundamentales, podrá el educador tener una mayor conciencia de su labor educativa y saber que su práctica descansa sobre temas que se imbrican con la humanidad.

Son tres los problemas de la filosofía de la educación. El primer problema al cual se enfrenta la filosofía de la educación es al tipo de ser humano que se desea formar. Este problema, que se ubica en el ámbito de la Antropología filosófica, parte desde las inquietudes socráticas por el ser y llega hasta nuestros días. Y esta pregunta es fundamental por cuanto si la educación tiene por propósito la transformación del individuo a través del conocimiento, una filosofía de la educación debe partir de la idea de ser humano:

Fácil es comprender que la pedagogía presupone una idea del hombre. Necesita un saber acerca de su estructura y esencia, antes de señalar fines y medios a la educación. Estos se definen en relación estrecha con aquella idea. El teórico de la educación debe consultar a la filosofía la doctrina en torno del hombre. Esta servirá de base a la idea esencial de la educación y a una concepción fundamental sobre sus medios (...) Toda pedagogía es, previamente, ciencia profunda del hombre. (Mantovani, 1983: 25).

Pero si toda educación funda su quehacer en la idea de ser humano, el hecho de la multiplicidad de definiciones ha dado como resultado una constante experimentación y variación en la teoría educativa. Desde que Sócrates en el siglo V a.C. intentó infructuosamente definir al ser humano buscando sus cualidades comunes (“el hombre es un ser bípedo implume”, diría el filósofo griego), la humanidad ha ensayado una idea de hombre para cada época histórica. El hombre político de la Grecia Antigua, el hombre como ser racional de Aristóteles, el hombre religioso de la Edad Media, el hombre cósmico del Renacimiento, el hombre máquina de la Revolución Industrial, el hombre como nada del existencialismo, no son más que ejemplos del vasto campo de las concepciones acerca del ser humano. (Groethuysen, 1975).

Cuando una educación adolece de firmes convicciones acerca de la idea de ser humano, corre el riesgo, como lo hecho hasta ahora por la educación occidental contemporánea, de refugiarse en los falsos brillos de la innovación metodológica, avanzando con creces en la técnica y el dato estadístico, pero abandonando al ser humano a su suerte.

El segundo problema fundamental de la filosofía de la educación es el de la pregunta por los medios, por la manera de alcanzar ese ser humano que ya se ha definido en la primera pregunta. Este problema se halla en el ámbito de la Axiología, por cuanto a través de ciertos valores, estrategias y técnicas se puede lograr la consecución del hombre deseado.

El problema por los medios, referidos a la técnica de la acción educativa, se fundamenta en la respuesta dada a la concepción antropológica. Luego de conocer al ser humano que se desea formar, el docente planifica una serie de estrategias y técnicas para cumplir su labor educativa. Hoy, sin embargo, la educación occidental ha puesto su interés en la técnica haciendo de la enseñanza una flor marchita y sin creatividad. El docente busca contenidos y estrategias de clases planificadas con anterioridad por otros docentes, haciendo de la enseñanza un armazón de reglas técnicas y código de preceptos docentes. Volviendo a los fundamentos de la educación a través de la filosofía, puede el docente convertir la enseñanza en actividad creadora y transformadora. Y ello se consigue respondiendo la tercera y última pregunta fundamental de la filosofía de la educación.

El tercer y último problema de la filosofía de la educación es la pregunta por los fines, problema sujeto a la Teleología de la educación que sirve como bitácora que señala la llegada a todo esfuerzo educativo:

El problema del fin es, sin duda, el más grave y el menos soluble dentro de la teoría educativa. Está sometido a las mayores variaciones y contingencias de tiempo y lugar. Aun en la educación práctica adquiere una importancia decisiva. La acción educativa es un sistema coordinado de medios para influir en dirección a un fin determinado. Educar es mirar hacia un fin y procurar su realización. Por ello resulta débil una pedagogía constituida exclusivamente por medios educativos.(Mantovani, 1983: 84-85).

Estos tres problemas, el qué, cómo y para qué de la educación, constituyen los problemas fundamentales de la educación vistos desde el punto de vista de la totalidad. Hacer filosofía de la educación es responder estas preguntas cuyas respuestas varían dependiendo de la época, la geografía y el paradigma en los cuales se base. Un docente, consciente o inconscientemente siempre trabaja bajo estas premisas. Si lo hace conscientemente, sabrá qué tipo de ser humano desea formar y se imaginará a esos sujetos que tiene delante de sí en un futuro desempeñando o viviendo una vida acorde con la enseñanza recibida; sabrá también ese maestro cómo formar a ese ser humano que desea educar, con cuáles valores, contenidos y estrategias desempeñar su labor educativa y sabrá además ese docente el fin de todo su esfuerzo y el para qué cambiar el estado de ese sujeto que se desea transformar. El docente conocedor de esas respuestas será un profesional crítico y con una mejor oportunidad de alcanzar sus objetivos. (Neff, 1968). Cuando el docente no se hace esas preguntas ni le da importancia a las respuestas, pues el plan educativo de la nación, o Currículo Básico Nacional, le ofrece el sentido, oculto para él, a su accionar mecánico, acrítico y rutinario.

Pero si hacer filosofía de la educación es responderse estas tres preguntas:

¿Qué tipo de ser humano deseo formar? - Antropología
¿Con cuáles valores y contenidos? - Axiología
¿Para qué? - Teleología

Hemos de estar seguros que toda pregunta tiene más de una sola respuesta. ¿Cómo pensar entonces en una filosofía de la educación? Podemos imaginar, por ejemplo, una educación en la cual se forme un ser para el trabajo, para ello se reforzará la educación productiva y la adquisición de habilidades y técnicas de producción con la intención de aumentar el producto interno bruto de una nación. Podemos también pensar una educación para formar un ser libre y feliz, por medio de una educación autogestionaria, antiautoritaria, con la finalidad de alcanzar una sociedad libre y feliz. Como vemos, las opciones de respuesta a esas tres preguntas son variadas, por lo que hablar de “Filosofía de la Educación” resultaría contradictorio. Por ello, sugerimos la adopción del plural “Filosofías de la Educación”, como forma de afianzar el carácter diverso de las manifestaciones educativas.

Pequeño cambio gramatical que nos conduce a una fascinante aventura intelectual.

Referencias:

-Groethuysen, B.
(1975) Antropología filosófica. Buenos Aires: Losada.
-Mantovani, J. (1983) La educación y sus tres problemas. Buenos Aires: El Ateneo.
-Moore, T.W. (1998) Introducción a la filosofía de la educación. México: Trillas.
-Neff, F. (1968) Filosofía y educación. Buenos Aires: Troquel.

19 agosto, 2007

Ante la escasez de azúcar

Buena es Virginia López y su "Cariñito azucarado"...

Blas Millán, el renegado




Nació el 9 de febrero en Caracas. Murió en la misma ciudad. Cuentista, ensayista. Gran parte de su vida la dedicó al comercio(Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres, 1987: 322). Ni una línea más. Ni un adjetivo florido que engalane su currículum. Ni una loa insípida y bostezante. Al contrario, parquedad olímpica, brevedad que incita al desconcierto. Y ese reproche velado del comercio tiene olor a discriminación de levita académica. Un Rimbaud sin fama y sin pistoletazo.
Esas dos escasas líneas que encontramos en el Diccionario General de la Literatura Venezolana hablan acerca de Manuel Guillermo Díaz (1901-1960), mejor conocido como Blas Millán.
Blas Millán, víctima de los olvidos del canon y la historiografía, ha pasado por ello inadvertido en el panorama de la literatura venezolana. Ha sido incluido, sí, en las principales antologías del cuento venezolano, como la Antología del cuento moderno venezolano (1940) de Arturo Úslar Pietri y Julián Padrón, y El cuento venezolano (1900-1940) (1973) de Guillermo Meneses. El cuento de Blas Millán incluido en esas antologías es “La radiografía”; y a partir de allí, la presencia de ese texto se repite en las siguientes antologías más como un bostezo que se contagia que otra cosa. La importancia de la obra cuentística de Blas Millán, empero, no ha sido lo suficientemente analizada para deslindar sus aportes al horizonte estético venezolano.

Blas Millán, ¿vanguardista?

Tomaremos como texto base para la sucinta aproximación a la cuentística de Blas Millán el libro La radiografía y otros casos (1929). Publicado en París por Henri Gaulon, el libro está conformado por once cuentos de variada factura:

1.- La radiografía
2.- La bicha
3.- Fragmento de una carta de Caracas
4.- Confidencias de un automovilista refinado
5.- Falsa interpretación
6.- Un “día” de un diario
7.- Los cuernos
8.- El nombre insoportable
9.- Una prueba de San Francisco de Asís en España
10.- Don José de Montiel
11.- El atentado contra la forma...

En “La radiografía”, el más conocido relato de Blas Millán, se nos propone una divertida historia de “amor” entre un joven científico y una furibunda médica “sufragista”; relación que será truncada por la obsesión racional de la mujer. En este aspecto, “La radiografía” nos muestra veladamente una visión negativa del desarrollo tecnológico, en el que si por un lado ésta permite a “los viejos [...] rejuvenecer, y a los niños [...] superar la talla enana, la enclenque musculatura, y el rudimentario intelecto de la actual humanidad” (Blas Millán, 1929: 17), por otro lado es muy probable que esas mismas bondades del desarrollo tecnológico “nos exterminaran a todos” (Blas Millán, 1929: 18). Una modernización que aniquila todo amor, toda vida. En el mismo sentido, en el cuento “Confidencias de un automovilista refinado”, se nos narra la versión amorosa de la pasión que siente una automovilista por su vehículo. En esos nuevos tiempos de comienzos del siglo XX, el amor del hombre por la máquina será “una unión, mejor, una comunión, que supera infinitamente la que logran dos amantes por obra del amor (Blas Millán, 1929: 44).
“Fragmento de una carta de Caracas” nos presenta un texto futurista que describe la sociedad venezolana del año 1975 –es decir, 46 años adelante del presente de Blas Millán–, en el que la literatura se ha convertido en enfermedad que el gobierno debe combatir. La escritura, que ha contagiado a la sociedad toda, perturba el trabajo y el comercio. ¿No presentará de manera irónica este cuento el proceso de democratización de la escritura que en el siglo XIX se inició con la presencia del periodismo, e ironizará a su vez acerca de las “membresías” a las que hay que poseer para acceder a la república literaria? Ya José Martí lo había anunciado: “Ha entrado lo bello a ser dominio de todos” (Martí, José [1882] “Prólogo de Canto al Niágara”, en: Silva Beauregard, 1993: 71. Recomiendo para este punto el capítulo: “El público se ha puesto a escribir”, en: Silva Beauregard, 1993: 69-79).
Encontramos en los cuentos de Blas Millán temas inusuales para la concepción canónica de la literatura de la época: radiografías, automóviles, “cuernos”, teléfonos inalámbricos, etc...; encontramos además que los relatos de Blas Millán son un valiosísimo documento para investigar acerca de la situación del intelectual en la Venezuela de comienzos del siglo XX. Por estas razones, además del lenguaje breve y sencillo, su conciencia lingüística (“Por otra parte, no hay que olvidar que usamos la extemporánea lengua castellana, excelente para hablar de galeras, de culebrinas o de diligencias, pero absolutamente inadecuada para expresar conceptos o sensaciones modernas, de automovilismo, de ‘sport’, de mecánica, de ciencia” (Blas Millán, 1929: 48). Por estas razones, consideramos la obra de Blas Millán como aporte innegable a la introducción y desarrollo de la vanguardia en Venezuela.

Así –luego de este breve acercamiento a la obra de Blas Millán–, no queda otra que rastrear nuestros afluentes culturales, ensanchar nuestro corpus y dar a Blas Millán su justo valor en las letras venezolanas.

Esa es la tarea por realizar.

Referencias Bibliográficas:

Blas Millán. (1929) La radiografía y otros casos. Francia: Henri Gaulon.

Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres. (1987) Diccionario general de la literatura venezolana. (2 Tomos). Mérida: Universidad de Los Andes.

Meneses, Guillermo. (1973) El cuento venezolano (1900-1940). Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.

Silva Beauregard, Paulette (1993) Una vasta morada de enmascarados: poesía, cultura y modernización en Venezuela a finales del siglo XIX. Caracas: La Casa de Bello.

Úslar Pietri, Arturo y Julián Padrón (1940) Antología del cuento moderno venezolano (1895-1935). (2 Tomos). Caracas: Ministerio de Educación Nacional.

17 agosto, 2007

Un monstruo en el río Orinoco







La recurrencia de mitos, símbolos y hechos en la diversidad de las culturas del mundo es algo que insistentemente ha llamado mi atención. Por poner un ejemplo, el relato del diluvio universal está presente en varias sociedades dispersas por la geografía del planeta, desde Asia, Europa, África y América, llegando a la sorprendente cifra de 168 registros de la misma leyenda. Por tal motivo, algunos autores sugieren que el relato es cierto y que en realidad cuenta el deshielo de los polos ocurrido siglos atrás, producto de un cambio climático que aumentó el nivel de los océanos e inundó a varias civilizaciones. Es de suponer que el relato haya tenido variaciones por las explicaciones que intentaron darle al fenómeno pero, en esencia, todos los relatos del diluvio contaron lo mismo. Hay una verdad histórica detrás del mito.
Hace poco me topé con una historia que se consigue igualmente en varias sociedades. En el estado Bolívar existe la famosa “Piedra del medio”, formación rocosa que se encuentra en el medio del río Orinoco, entre las poblaciones de Ciudad Bolívar y Soledad. Humboltd la llamó “el orinocómetro”, pues los habitantes de la ciudad la usaban para llevar el registro de las subidas y bajadas de aguas. Cuenta la leyenda que debajo de la Piedra del medio existen galerías que se desparraman por toda la ciudad y que en ellas habita una serpiente de siete cabezas. El último avistamiento del monstruo fue en 1988, año en el cual una multitud de bolivarenses, con lámparas y cámaras, lograron fotografiar en la noche varias sombras de las supuestas cabezas de la serpiente. Las imágenes adornaron las primeras páginas de los diarios locales de ese año.
A mediados del siglo XX, la Universidad de Oriente envió una embarcación de estudios oceanográficos para realizar investigaciones en el río Orinoco, y el buzo que se sumergió para explorar el río, en los alrededores de la Piedra del medio, pidió en medio de un ataque de nervios que lo subieran rápidamente porque había visto un monstruo.
Lo que a fin de cuentas descubrió la expedición, con aparatos de ultrasonido, es que justo delante de la piedra se encuentra una enorme fosa de 160 metros de profundidad, en forma de embudo.
Es curioso que en ese punto se hayan perdido varias embarcaciones, y que otras tantas hayan reportado fuertes golpes en la estructura de la nave.
Esta historia se parece mucho a la contada en la mitología griega. La historia de la Hidra relata la presencia de un animal, una serpiente de siete cabezas, que habita y protege las entradas subacuáticas a los inframundos.
Daría lo que fuera por observar un documental, al estilo de National Geographic, que mostrara por medio de cámaras y animaciones lo que se encuentra en la base de la famosa Piedra del medio. Un tema de verdad interesante para la televisión venezolana.

15 agosto, 2007

Úslar Pietri y el cuento venezolano

Las siguientes líneas pretenden un acercamiento sucinto al texto "Esquema de la evolución del cuento venezolano”, escrito por Arturo Úslar Pietri en 1940 como prólogo a la edición Antología del cuento moderno venezolano (1940), realizado en coautoría con Julián Padrón. El texto de Úslar Pietri posee la particularidad histórica de ser el primer acercamiento reflexivo acerca del cuento venezolano.

Para los fines de esta lectura realizaremos en primer lugar un resumen del texto, intercalando en el desarrollo del mismo nuestro punto de vista, teniendo siempre la precaución de no cometer valoraciones anacrónicas por el hecho de que median 67 años entre el "mundo del texto” y nuestro “mundo de lector”, con los consabidos desarrollos teórico-críticos que nos dan ventaja con respecto a los criterios utilizados por Arturo Úslar Pietri.

Inicia Úslar Pietri su texto con el testimonio de Ricardo Ovidio Limardo, quien en carta enviada a Emilio Castelar manifestaba su inconformismo y malestar por las “nuevas” orientaciones que tomaba el arte: el Realismo. Limardo veía cómo se descentraba su canon estético, a lo que, como era de suponer, la negación y el desprecio fue su respuesta. A pesar de que meses antes, según Úslar Pietri, pasó frente a la ventana de la casa de Limardo la Revolución Legalista, con el Mocho Hernández al frente, la ceguera de Limardo ante las vicisitudes de la tierra propia era crónica, vendándolo el sentido evasor de la estética clásica y romántica. Era un intelectual “no comprometido”, por usar una frase contemporánea. “Del otro lado de la acera” se encontraban los intelectuales preocupados por los seres del pueblo y sus matices. A este último grupo Úslar Pietri le adjudica la patente de creación de “nuestra” literatura, de la literatura venezolana.

Úslar Pietri sitúa el problema de la identidad de las artes en la cuestión del referente. Una obra artística sólo acepta el adjetivo de nacionalidad si en su desarrollo refleja el contexto de la realidad circundante. Así, la idea se engarza con el proyecto de construcción de nacionalidades por medio de los imaginarios del arte. Úslar Pietri dirá: “Nuestra verdadera novela iba a nacer precisamente con los hombres que [...] iban a ir directa y simplemente a retratar a nuestro pueblo, a pasear el famoso espejo por el camino” (pág. 4). Es por ello que Úslar Pietri coloca como condición sine qua non para la existencia de la literatura venezolana, la influencia del Realismo y Naturalismo francés, que motivó a voltear la mirada hacia el terruño y cuya adaptación vernácula sería manifestada en el criollismo: “nuestra historia del cuento [...] se confunde casi por completo con el nacimiento y evolución del criollismo en Venezuela” (pág. 12).

Para Úslar Pietri la entrada del Realismo y Naturalismo francés al ámbito venezolano tiene su razón en el europeísmo de Guzmán Blanco, quien quería hacer de Caracas la Francia suramericana, trasplantando arquitectura, costumbres, modas... y en la entrada del positivismo y evolucionismo, en la figura del sabio alemán Adolfo Ernst, quien desde la universidad, la biblioteca y las sociedades científicas hizo enrumbar al país a la modernidad del conocimiento científico.

En esos dos aspectos, tanto la idea literatura-nación como la exaltación del guzmancismo y la presencia de Ernst como motores de la cultura venezolana, se refleja la continuación de la senda trazada por Gonzalo Picón Febres en su libro La literatura venezolana en el siglo diez y nueve (1906), libro en el que se establecen esos criterios, entre otros, para dar organicidad a la literatura venezolana decimonónica y que sirvió de paradigma a los subsecuentes estudios realizados en el país.

Otro criterio de organización utilizado por Úslar Pietri, y que para nosotros proviene de la influencia historiográfica de Gonzalo Picón Febres, es la negación del pasado: “los antecedentes inmediatos en nuestra propia literatura no podían serles de ningún valimiento. Hacia atrás no encontraban sino las insípidas drogas que los nuestros habían imitado de los románticos de allende el mar” (págs. 4-5). De esa manera, se despachaba de un plumazo casi un siglo de vida republicana y tres de vida colonial, estableciendo como punto de inicio del cuento moderno, casi por generación espontánea, al año de 1895. Anterior a esa fecha, Úslar Pietri menciona algunos antecedentes fallidos en la conformación de una “literatura venezolana de valor cierto”; entre ellos el costumbrismo, labor abortada, según el autor, por su humorismo deformante, y la obra Biografía de José Félix Ribas (1891) de Juan Vicente González (1810-1866).

En el texto se esboza una tipología del cuento, intentando diferenciarlo de la novela por criterios que se sitúan más allá de la extensión. La novela y el cuento, según Úslar Pietri, se distancian tanto de la técnica como del instrumento a utilizar:

En el cuento predomina la habilidad técnica, la intuición del rasgo esencial, la capacidad de síntesis artística. En la novela el equilibrio artístico tiende a establecerse entre masas mucho más informes y voluminosas y el simple retrato de la vida o de la circunstancia puede suplir muchas faltas de técnica o de gusto en el autor. El cuento requiere mayor calidad estética, más rápida comprensión, más sutiles recursos, está más cerca de la poesía que de la crónica, y la más pequeña falta en el equilibrio de la composición puede dañarlo irremisiblemente (pág. 6).

Úslar Pietri establece una periodización del cuento venezolano basada en la idea de generación, agrupada en torno a revistas. Utilicemos el esquema para una mejor comprensión de la propuesta:

1.- El Cojo Ilustrado y Cosmópolis (1890-1910):
-Manuel Díaz Rodríguez
-Alejandro Fernández García
-Pedro Emilio Coll
-Rufino Blanco Fombona
-Luis Manuel Urbaneja Achelphol

2.- La Alborada y Sagitario (1910):
-Rómulo Gallegos
-José Rafael Pocaterra
-Enrique Soublette
-Julio Rosales
-Carlos Paz García
-Leoncio Martínez

3.- Cultura Venezolana y Actualidades (1920):
-Andrés Eloy Blanco
-Joaquín González Eiris
-Julio Garmendia
-Vicente Fuentes
-Ángel Miguel Queremel
-Casto Fulgencio López
-Blas Millán
-Pedro Sotillo
-Jesús Enrique Lossada
-Mariano Picón Salas
-Antonio Arráiz

4.- Contemporaneidad (1940):

-Ramón Díaz Sánchez
-Carlos Eduardo Frías
-Julián Padrón
-Guillermo Meneses
-José Fabbiani Ruiz

En esos cuatro momentos del cuento moderno venezolano, se evidencia, según el autor, una propuesta de evolución que parte desde el cuento como “pretexto para la prosa artística”, pasando por ser una “llana declaración indagatoria de lo popular”, hasta verse rodeados los cuentos de un “halo de poesía”, que no por ello les impide “analizar las misteriosas relaciones necesarias y peculiares que funden al venezolano con su medio, con su historia y con su destino” (pág. 9).


Úslar Pietri, Arturo y Julián Padrón (1940) Antología del cuento moderno venezolano (1895-1935). Tomo I. Caracas: Ministerio de Educación Nacional.

14 agosto, 2007

Xicotencatl

Xicotencatl, olvidada por los truculentos designios de la historiografía, representa para la literatura iberoamericana la primera novela histórica en lengua española y la primera novela indigenista del nuevo mundo. Publicada en Filadelfia en 1826, la determinación de su autoría ha originado múltiples estudios que señalan a varios candidatos. El nombre más convincente es el del escritor cubano José María Heredia (1803-1839). Coincidencias en sus datos biográficos y comparaciones estilísticas con el resto de su obra avalan la proposición.

El anonimato en todo caso, cualquiera haya sido su causa, nos facilita el juego de rompecabezas que supone la configuración del pensamiento del autor. La ausencia de rostro nos motiva a pensar en un individuo general, abstracto, del que sabemos su gusto por la producción artística europea, su asombrosa actualidad en cuanto al conocimiento de su época, su efervescente ideario de libertad y justicia; en definitiva, un ser guiado por los vendavales de su tiempo.

Creemos en la posibilidad de determinar, por medio de textos literarios, las manifestaciones del sistema de valores o ideologías que conformaban la sociedad americana del siglo XIX. Veamos.

Si nos permitiéramos un ejercicio de exégesis y tomáramos a Xicotencatl como un documento en el cual se halla expuesta la tensión ideológica de la sociedad novohispana, veríamos los primeros pasos para la estructuración del discurso criollo y la construcción del sujeto social hispanoamericano.

En detrimento de la exposición ensayística, pero en beneficio de la intelegibilidad esbozaremos seguidamente los elementos presentes en Xicotencatl que evidencian la crisis del sujeto colonial:


-Visión del otro/otra visión: Xicotencatl nos presenta el discurso de un sujeto marginal (indígena) que se propone recuperar y reapropiar del derecho a la representación, invirtiendo las imágenes, en una especie de relectura del proceso americano. En este sentido, se cuestiona la visión tradicional de la historia:

En vano los historiadores intentan encubrir la negra infamia con que se cargó para siempre aquel insolente y astuto cuanto afortunado capitán [Cortés]; en vano el vértigo monárquico, que ha embrutecido por tantos tiempos a Europa, nos ha privado de los documentos históricos más preciosos sobre la república de Tlaxcala. El ojo perspicaz del filósofo sabe distinguir, entre el fango y basura que ensucian el papel de las historias, algunas chispas de verdad que no han podido apagar ni el fanatismo ni la servil adulación” (Anónimo, 1964: 161).

Esta narrativa de “rectificación histórica” obedece a una mirada antiimperial y anticolonial, que proyecta en lo imaginario social el envés de la historia de América. Metanarrativa que disloca la mirada imperial, y proyecta un imaginario y una memoria de emancipación.

-Razón/fe: como vimos líneas arriba, la penetración paulatina de las luces en América había conformado un sujeto que fundaba su realidad en la razón. El conocimiento había entonces tomado un nuevo sendero y ya la fe no ostentaba la primacía de la verdad:

“-¿Y qué necesidad hay para eso de unos misterios contradictorios y absurdos cuando tengo mi juicio, que continuamente está midiendo mi flaqueza, y una voz que me dice aquí, en el corazón, que debo ser reconocido y obediente al Autor de todo bien? Mis deberes están bien claros, y, cuando la miseria de mi naturaleza intenta extraviarme de su senda, tengo en mí un instinto, una cosa que me los recuerda y que tú llamas razón. ¿Y quieres que yo renuncie a este gobernante para agradar a Dios? ¿Para qué me lo habría dado en este caso?” (Anónimo, 1964: 135).

-Exordios de tesis: Xicotencatl está compuesta por seis libros, al comienzo de los cuales se estructura, a manera de ensayos ilustrados, la toma de posición del autor. Estos exordios, provenientes de la oratoria clásica y de la poesía épica culta del siglo XVI, evocan textos como los de Rousseau, Montesquieu, entre otros, en los cuales se diserta acerca de la justicia, el poder, la vida de los pueblos...

¡Pueblos! Si amáis vuestra libertad, reunid vuestros intereses y vuestras fuerzas y aprended de una vez que, si no hay poder que no se estrelle cuando choca contra la inmensa fuerza de vuestra unión, tampoco hay enemigo tan débil que no os venza y esclavice cuando os falta aquella” (Anónimo, 1964: 126).

Esquematizando los temas de los exordios presentes en Xicotencatl, tenemos:

Libro I: relectura de la Conquista.
Libro II: religión como motivo de conquista.
Libro III: virtudes y vicios de los pueblos como motores de su desarrollo.
Libro IV: la unión como fuerza.
Libro V: la osadía y la constancia frente a la cobardía y pereza como elementos de victoria.
Libro VI: la justicia como alma de la libertad. La verdad histórica.

La obra se empapa así de una toma de posición ética, moral y educativa; con ecos de disertaciones antropológicas, de crítica social y económica:

Hay en la novela frecuentes referencias al esfuerzo que debe hacer un pueblo para conquistar su libertad, para oponerse a la tiranía que lo oprime y acabar con ella. No es difícil ver en estos sentimientos e ideas una muestra de la actitud creada por las recientes luchas de independencia de las antiguas colonias españolas. Y puede decirse que en la novel se ve a la España del siglo XVI, que realizó la Conquista de América, con los mismo ojos desamorados, críticos y hasta hostiles con que los hispanoamericanos de principios del siglo XIX veían a las autoridades y los funcionarios españoles, contra los cuales había luchado y luchaban todavía para obtener su independencia política” (Castro Leal, 1964: 84).

-Hibridez y transgresión: evidencia característica de los nuevos pareceres de la Modernidad, lo constituye el carácter paródico y transgresor presente en Xicotencatl. La obra, confeccionada bajo el código de escritura neoclásica y anticipándose al Romanticismo hispanoamericano (Carilla, 1975), no presenta una escritura pura, sino que danza entre la narración y el ensayo, entre el discurso jurídico, político, romántico e histórico. Para ello, intercala en la novela párrafos de las obras de Antonio de Solís y Fray Bartolomé de Las Casas con la intención de dar verosimilitud a lo expuesto o con la idea de confrontar la otra cara de la moneda histórica. Las asincronías del “senado prehispánico”, la preponderancia del sujeto indígena, la transgresión del modelo de novela y las nuevas lecturas del poder conforman las manifestaciones de la emergencia del sujeto criollo colonial.

-Posibilidades futuras del continente: era común oír a principios del siglo XIX acerca de la declinación del poderío europeo y del consiguiente relevo en el que América tomaría el puesto de potencia mundial. Las utopías del Viejo Mundo le heredaban a la América las repúblicas que no habían podido ser realidad, repúblicas asombrosas. Así, los criollos, como en un sentimiento que les inflaba el ego, tomaban conciencia de su terruño y esgrimían una identidad feudal que les autorizaba a despachar a los españoles y tomar las riendas de su destino, para no decepcionar al mundo:

–No, adorada Teutila –exclama–, no te abata mi desgracia. Tu Xicotencatl, asesinado vilmente, va a despertar las venganzas de un gran pueblo, y, al correr mi sangre, va a reventar el volcán que debe consumir a los asesinos de la libertad” (Anónimo, 1964: 169).

Y la venganza, para 1826, año de publicación de Xicotencatl, estaba llegando a su fin...

Xicotencatl nos ha demostrado la posibilidad de hurgar en el sistema de valores o ideologías de sociedades precedentes o ajenas. En nuestra opinión, ver a un texto literario como un documento histórico en el que se manifiestan las furias y las penas de los hombres no perjudica para nada su apreciación estética y su “condición literaria”. Al contrario, el tipo de lectura ensayado en estas páginas potencia la esencia misma del concepto de literatura –esbozado en la introducción– y nos permite comprender aún más los intrincados vericuetos de la creación.

En el breve examen realizado a la obra, nos percatamos de las claras nociones de la Modernidad que, como piedrecita en el zapato del alma, perturbaba la condición social del sujeto colonial hispanoamericano. Evidencias como la oposición Razón/Fe, los exordios de carácter “sociológico”, “moral” y “político”, la visión heterológica del proceso americano, el cuestionamiento al discurso histórico tradicional y la consciencia de pertenencia a América, que le hacía dueño de su destino, enfiebraba la mente del criollo y lo impelía a construir una identidad.

Así, en tal situación de conflictividad y de tensión ideológica, el sujeto colonial iberoamericano optó por la idea de nación, problematizando así la relación Europa-América, la condición de las instituciones y la caracterización social de la diversidad de individuos del Nuevo Mundo.


Como vemos, pasado no tan remoto que guarda parte de nuestro modo de ser...


Referencias:

ANÓNIMO (1964) [1826] Xicotencatl. En: CASTRO LEAL, Antonio. La novela del México colonial. México: Aguilar.

CARILLA, Emilio (1975) En romanticismo en la América Hispánica. Madrid: Gredos.

CASTRO LEAL, Antonio (1964) La novela del México colonial. México: Aguilar.

GONZÁLEZ ACOSTA, Alejandro (1992) “El autor de Jicotencal. Hallazgo en Biblioteca Nacional de México”. En: Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (Ciudad de La Habana) 83 (1): 125-149, enero-junio.

13 agosto, 2007

Literatura de cordel


El conquistador peninsular trajo consigo, junto a sus armas, las historias de su tradición. Ello lo evidencia el hecho de que la importación hacia Iberoamérica de la literatura de cordel fuera enorme en el correr de los siglos XVII-XIX . El primer folleto del que se tiene noticia en el Brasil fue publicado en Paraíba por Leando Gomes de Barros, en 1893. Las primeras tipografías se encontraban en Recife, y luego surgirían otras en Paraíba, en la capital y en Guarabira.
Contrastando con la austera realidad del analfabetismo, la popularización de la Literatura de Cordel en el Nordeste fue realizado por el esfuerzo personal de los poetas cordelistas, quienes se encontraban fuera de los círculos culturales académicos, contando sus historias en las ferias y plazas, muchas veces acompañados de músicos. Los folletos eran expuestos en cuerdas (de ahí el nombre Cordel) o amontonados en el suelo, despertando la atención de la multitud que se acostumbró a oír los temas de la literatura popular de cordel en sus idas a las ferias, verdaderas fiestas para el pueblo del Sertón, donde podían, además de hacer sus compras y vender sus productos, divertirse y enterarse de los asuntos políticos y sociales:

"A cantoria de cordel, bem como a literatura oral, exerce funÇões de entretenimiento, diversão, informaÇão, enunciaÇão de uma moral coletiva, homogeneizaÇão do grupo social e da comunidade, para um público de pequenos camponeses semi-analfabetos, para quem o engenho e a fazenda tornam-se o castelo das histórias de além-mar" (Ligia Vasallo, 1993: 76).

Podemos hablar de Literatura de Cordel como un conjunto de autores, obras y público. Un poeta cordelista, la mayoría de las veces de origen humilde y proveniente de un medio rural, migraba hacia los centros urbanos, consiguiendo su sustento de la venta de folletos, llegando, algunas veces, a ejercer funciones de tipógrafo y editor. En este contexto, él se convertía en un verdadero mediador de las concepciones de las clases populares nordestinas, ya que compartía la misma ideología y valores de su público.
Los folletos, confeccionados en su mayoría en un tamaño de 15 a 17cm x 11cm y, en general, impresos en papel de baja calidad, tenían sus portadas ilustradas con xilografías. En los años 30 y 50, surgían portadas con fotos de estrellas de cine americano. Actualmente mantienen el mismo formato.
Los temas de la Literatura de Cordel han sido muy estudiados por folcloristas, sociólogos y antropólogos, que llegan a presentar conclusiones polémicas y algunas veces contradictorias en cuanto a su clasificación. Los folletos se dividen entre los de asuntos descriptivos y los narrativos. En el primer grupo están incluidos los folletos de consejo, corrupción, profecías y de discusión, que guardan un cierto parentesco entre sí por encerrar un mensaje moralista, frecuentemente ligado a una ética y a una sabiduría del Sertón.
En este grupo se presentan historias que tienen como telón de fondo la vida dura del campo, llena de sufrimientos, ajena a los vaivenes del mundo moderno y urbano. También se encuentran los folletos descriptivos de peleas entre cantadores y poetas, así como de personalidades de la ciudad y de la política (muchas veces encomendados por los propios políticos en época de elecciones), los temas de ovación o crítica, los religiosos cantando preceptos y virtudes católicas, las biografías o milagros de santos y de figuras como el Padre Cícero y Fray Damião. También encontramos los cómicos, de acontecimientos reales o imaginarios, de bravura y valentía como los de Lampião, Antônio Silvino, Pedro Malazarte, entre otros.
Las características gráficas y temáticas de los folletos pueden variar de acuerdo con el área de actuación del poeta que, muchas veces, trabaja para un público de concepciones y comportamientos diferentes a los del oyente nordestino.

10 agosto, 2007

Kaleidoscopio 7


Kaleidoscopio. Revista de Educación, Humanidades y Artes de la Universidad Nacional Experimental de Guayana (Venezuela).

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08 agosto, 2007

Un rodaballo para Aquiles


En estas vacaciones estoy aprovechando de leer algunos libros que aguardaban en la lista de espera. Uno de ellos se titula "Historia de la gastronomía española", de Manuel Martínez, y resultó ser un enjundioso y ameno estudio sobre la evolución de la comida y sus modos de preparación desde la Antiguedad hasta nuestros días. Sus capítulos muestran, en 390 páginas, los gustos de los seres humanos por saciar una de sus necesidades fundamentales. Para animarlos a su lectura, les ofrezco los títulos de los capítulos: "Cocina ibérica", "La cocina romana", "Cocina visigótica", "Cocina arábigo-andaluza", "Cocina hispano-judaica", "Cocina medieval y renacentista", "La cocina española durante el Siglo de Oro", "La cocina española durante los siglos XVIII y XIX", "La gastronomía española en el siglo XX" y "La vida española y la cocina".

Entre las páginas de "Historia de la gastronomía española" he conseguido este párrafo que me ha sorprendido:

"Los romanos, como los griegos, nunca tuvieron gran afición al mar y generalmente sus flotas iban tripuladas por extranjeros y forzados, pero a pesar de esta poca atracción por las cosas marinas, sentían por el pescado una apetencia ya rayana en la locura de la que no existe otro ejemplo en la historia".

Es curiosa esta frase por cuanto hace poco leí que el sustantivo más usado en la Ilíada es "Barco" y me hace recordar además aquellos versos de la Odisea, en el canto X, que dicen:

"Entonces el rey comenzó a dar grandes voces por la ciudad, y los gigantescos Lestrígones que lo oyeron empezaron a venir cada uno de un sitio, a miles, y se parecían no a hombres, sino a gigantes. Y desde las rocas comenzaron a arrojarnos peñascos grandes como hombres, así que junto a las naves se elevó un estruendo de hombres que morían y de navíos que se quebraban. Además, ensartábanlos como si fueran peces y se los llevaban como nauseabundo festín".

Tretas de los libros que nos hacen "hipervincular" nuestras lecturas pasadas.

07 agosto, 2007

Lugares comunes

Cuando los objetos dejen de ser contundentes
y los llamados no sean solo a la calma
tomaré cartas en el asunto,
pondré los puntos sobre las íes,
y me iré al grano
para decirte lo que debía desde hace tiempo:
“estoy harto de que siempre
sean primero los estudios
y después el amor”.