“Nació el 9 de febrero en Caracas. Murió en la misma ciudad. Cuentista, ensayista. Gran parte de su vida la dedicó al comercio” (Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres, 1987: 322). Ni una línea más. Ni un adjetivo florido que engalane su currículum. Ni una loa insípida y bostezante. Al contrario, parquedad olímpica, brevedad que incita al desconcierto. Y ese reproche velado del comercio tiene olor a discriminación de levita académica. Un Rimbaud sin fama y sin pistoletazo.
Esas dos escasas líneas que encontramos en el Diccionario General de la Literatura Venezolana hablan acerca de Manuel Guillermo Díaz (1901-1960), mejor conocido como Blas Millán.
Blas Millán, víctima de los olvidos del canon y la historiografía, ha pasado por ello inadvertido en el panorama de la literatura venezolana. Ha sido incluido, sí, en las principales antologías del cuento venezolano, como la Antología del cuento moderno venezolano (1940) de Arturo Úslar Pietri y Julián Padrón, y El cuento venezolano (1900-1940) (1973) de Guillermo Meneses. El cuento de Blas Millán incluido en esas antologías es “La radiografía”; y a partir de allí, la presencia de ese texto se repite en las siguientes antologías más como un bostezo que se contagia que otra cosa. La importancia de la obra cuentística de Blas Millán, empero, no ha sido lo suficientemente analizada para deslindar sus aportes al horizonte estético venezolano.
Blas Millán, ¿vanguardista?
Tomaremos como texto base para la sucinta aproximación a la cuentística de Blas Millán el libro La radiografía y otros casos (1929). Publicado en París por Henri Gaulon, el libro está conformado por once cuentos de variada factura:
1.- La radiografía
2.- La bicha
3.- Fragmento de una carta de Caracas
4.- Confidencias de un automovilista refinado
5.- Falsa interpretación
6.- Un “día” de un diario
7.- Los cuernos
8.- El nombre insoportable
9.- Una prueba de San Francisco de Asís en España
10.- Don José de Montiel
11.- El atentado contra la forma...
En “La radiografía”, el más conocido relato de Blas Millán, se nos propone una divertida historia de “amor” entre un joven científico y una furibunda médica “sufragista”; relación que será truncada por la obsesión racional de la mujer. En este aspecto, “La radiografía” nos muestra veladamente una visión negativa del desarrollo tecnológico, en el que si por un lado ésta permite a “los viejos [...] rejuvenecer, y a los niños [...] superar la talla enana, la enclenque musculatura, y el rudimentario intelecto de la actual humanidad” (Blas Millán, 1929: 17), por otro lado es muy probable que esas mismas bondades del desarrollo tecnológico “nos exterminaran a todos” (Blas Millán, 1929: 18). Una modernización que aniquila todo amor, toda vida. En el mismo sentido, en el cuento “Confidencias de un automovilista refinado”, se nos narra la versión amorosa de la pasión que siente una automovilista por su vehículo. En esos nuevos tiempos de comienzos del siglo XX, el amor del hombre por la máquina será “una unión, mejor, una comunión, que supera infinitamente la que logran dos amantes por obra del amor (Blas Millán, 1929: 44).
“Fragmento de una carta de Caracas” nos presenta un texto futurista que describe la sociedad venezolana del año 1975 –es decir, 46 años adelante del presente de Blas Millán–, en el que la literatura se ha convertido en enfermedad que el gobierno debe combatir. La escritura, que ha contagiado a la sociedad toda, perturba el trabajo y el comercio. ¿No presentará de manera irónica este cuento el proceso de democratización de la escritura que en el siglo XIX se inició con la presencia del periodismo, e ironizará a su vez acerca de las “membresías” a las que hay que poseer para acceder a la república literaria? Ya José Martí lo había anunciado: “Ha entrado lo bello a ser dominio de todos” (Martí, José [1882] “Prólogo de Canto al Niágara”, en: Silva Beauregard, 1993: 71. Recomiendo para este punto el capítulo: “El público se ha puesto a escribir”, en: Silva Beauregard, 1993: 69-79).
Encontramos en los cuentos de Blas Millán temas inusuales para la concepción canónica de la literatura de la época: radiografías, automóviles, “cuernos”, teléfonos inalámbricos, etc...; encontramos además que los relatos de Blas Millán son un valiosísimo documento para investigar acerca de la situación del intelectual en la Venezuela de comienzos del siglo XX. Por estas razones, además del lenguaje breve y sencillo, su conciencia lingüística (“Por otra parte, no hay que olvidar que usamos la extemporánea lengua castellana, excelente para hablar de galeras, de culebrinas o de diligencias, pero absolutamente inadecuada para expresar conceptos o sensaciones modernas, de automovilismo, de ‘sport’, de mecánica, de ciencia” (Blas Millán, 1929: 48). Por estas razones, consideramos la obra de Blas Millán como aporte innegable a la introducción y desarrollo de la vanguardia en Venezuela.
Así –luego de este breve acercamiento a la obra de Blas Millán–, no queda otra que rastrear nuestros afluentes culturales, ensanchar nuestro corpus y dar a Blas Millán su justo valor en las letras venezolanas.
Esa es la tarea por realizar.
Referencias Bibliográficas:
Blas Millán. (1929) La radiografía y otros casos. Francia: Henri Gaulon.
Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres. (1987) Diccionario general de la literatura venezolana. (2 Tomos). Mérida: Universidad de Los Andes.
Meneses, Guillermo. (1973) El cuento venezolano (1900-1940). Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.
Silva Beauregard, Paulette (1993) Una vasta morada de enmascarados: poesía, cultura y modernización en Venezuela a finales del siglo XIX. Caracas: La Casa de Bello.
Úslar Pietri, Arturo y Julián Padrón (1940) Antología del cuento moderno venezolano (1895-1935). (2 Tomos). Caracas: Ministerio de Educación Nacional.
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