Las siguientes líneas pretenden un acercamiento sucinto al texto "Esquema de la evolución del cuento venezolano”, escrito por Arturo Úslar Pietri en 1940 como prólogo a la edición Antología del cuento moderno venezolano (1940), realizado en coautoría con Julián Padrón. El texto de Úslar Pietri posee la particularidad histórica de ser el primer acercamiento reflexivo acerca del cuento venezolano.
Para los fines de esta lectura realizaremos en primer lugar un resumen del texto, intercalando en el desarrollo del mismo nuestro punto de vista, teniendo siempre la precaución de no cometer valoraciones anacrónicas por el hecho de que median 67 años entre el "mundo del texto” y nuestro “mundo de lector”, con los consabidos desarrollos teórico-críticos que nos dan ventaja con respecto a los criterios utilizados por Arturo Úslar Pietri.
Inicia Úslar Pietri su texto con el testimonio de Ricardo Ovidio Limardo, quien en carta enviada a Emilio Castelar manifestaba su inconformismo y malestar por las “nuevas” orientaciones que tomaba el arte: el Realismo. Limardo veía cómo se descentraba su canon estético, a lo que, como era de suponer, la negación y el desprecio fue su respuesta. A pesar de que meses antes, según Úslar Pietri, pasó frente a la ventana de la casa de Limardo la Revolución Legalista, con el Mocho Hernández al frente, la ceguera de Limardo ante las vicisitudes de la tierra propia era crónica, vendándolo el sentido evasor de la estética clásica y romántica. Era un intelectual “no comprometido”, por usar una frase contemporánea. “Del otro lado de la acera” se encontraban los intelectuales preocupados por los seres del pueblo y sus matices. A este último grupo Úslar Pietri le adjudica la patente de creación de “nuestra” literatura, de la literatura venezolana.
Úslar Pietri sitúa el problema de la identidad de las artes en la cuestión del referente. Una obra artística sólo acepta el adjetivo de nacionalidad si en su desarrollo refleja el contexto de la realidad circundante. Así, la idea se engarza con el proyecto de construcción de nacionalidades por medio de los imaginarios del arte. Úslar Pietri dirá: “Nuestra verdadera novela iba a nacer precisamente con los hombres que [...] iban a ir directa y simplemente a retratar a nuestro pueblo, a pasear el famoso espejo por el camino” (pág. 4). Es por ello que Úslar Pietri coloca como condición sine qua non para la existencia de la literatura venezolana, la influencia del Realismo y Naturalismo francés, que motivó a voltear la mirada hacia el terruño y cuya adaptación vernácula sería manifestada en el criollismo: “nuestra historia del cuento [...] se confunde casi por completo con el nacimiento y evolución del criollismo en Venezuela” (pág. 12).
Para Úslar Pietri la entrada del Realismo y Naturalismo francés al ámbito venezolano tiene su razón en el europeísmo de Guzmán Blanco, quien quería hacer de Caracas la Francia suramericana, trasplantando arquitectura, costumbres, modas... y en la entrada del positivismo y evolucionismo, en la figura del sabio alemán Adolfo Ernst, quien desde la universidad, la biblioteca y las sociedades científicas hizo enrumbar al país a la modernidad del conocimiento científico.
En esos dos aspectos, tanto la idea literatura-nación como la exaltación del guzmancismo y la presencia de Ernst como motores de la cultura venezolana, se refleja la continuación de la senda trazada por Gonzalo Picón Febres en su libro La literatura venezolana en el siglo diez y nueve (1906), libro en el que se establecen esos criterios, entre otros, para dar organicidad a la literatura venezolana decimonónica y que sirvió de paradigma a los subsecuentes estudios realizados en el país.
Otro criterio de organización utilizado por Úslar Pietri, y que para nosotros proviene de la influencia historiográfica de Gonzalo Picón Febres, es la negación del pasado: “los antecedentes inmediatos en nuestra propia literatura no podían serles de ningún valimiento. Hacia atrás no encontraban sino las insípidas drogas que los nuestros habían imitado de los románticos de allende el mar” (págs. 4-5). De esa manera, se despachaba de un plumazo casi un siglo de vida republicana y tres de vida colonial, estableciendo como punto de inicio del cuento moderno, casi por generación espontánea, al año de 1895. Anterior a esa fecha, Úslar Pietri menciona algunos antecedentes fallidos en la conformación de una “literatura venezolana de valor cierto”; entre ellos el costumbrismo, labor abortada, según el autor, por su humorismo deformante, y la obra Biografía de José Félix Ribas (1891) de Juan Vicente González (1810-1866).
En el texto se esboza una tipología del cuento, intentando diferenciarlo de la novela por criterios que se sitúan más allá de la extensión. La novela y el cuento, según Úslar Pietri, se distancian tanto de la técnica como del instrumento a utilizar:
En el cuento predomina la habilidad técnica, la intuición del rasgo esencial, la capacidad de síntesis artística. En la novela el equilibrio artístico tiende a establecerse entre masas mucho más informes y voluminosas y el simple retrato de la vida o de la circunstancia puede suplir muchas faltas de técnica o de gusto en el autor. El cuento requiere mayor calidad estética, más rápida comprensión, más sutiles recursos, está más cerca de la poesía que de la crónica, y la más pequeña falta en el equilibrio de la composición puede dañarlo irremisiblemente (pág. 6).
Úslar Pietri establece una periodización del cuento venezolano basada en la idea de generación, agrupada en torno a revistas. Utilicemos el esquema para una mejor comprensión de la propuesta:
1.- El Cojo Ilustrado y Cosmópolis (1890-1910):
Para los fines de esta lectura realizaremos en primer lugar un resumen del texto, intercalando en el desarrollo del mismo nuestro punto de vista, teniendo siempre la precaución de no cometer valoraciones anacrónicas por el hecho de que median 67 años entre el "mundo del texto” y nuestro “mundo de lector”, con los consabidos desarrollos teórico-críticos que nos dan ventaja con respecto a los criterios utilizados por Arturo Úslar Pietri.
Inicia Úslar Pietri su texto con el testimonio de Ricardo Ovidio Limardo, quien en carta enviada a Emilio Castelar manifestaba su inconformismo y malestar por las “nuevas” orientaciones que tomaba el arte: el Realismo. Limardo veía cómo se descentraba su canon estético, a lo que, como era de suponer, la negación y el desprecio fue su respuesta. A pesar de que meses antes, según Úslar Pietri, pasó frente a la ventana de la casa de Limardo la Revolución Legalista, con el Mocho Hernández al frente, la ceguera de Limardo ante las vicisitudes de la tierra propia era crónica, vendándolo el sentido evasor de la estética clásica y romántica. Era un intelectual “no comprometido”, por usar una frase contemporánea. “Del otro lado de la acera” se encontraban los intelectuales preocupados por los seres del pueblo y sus matices. A este último grupo Úslar Pietri le adjudica la patente de creación de “nuestra” literatura, de la literatura venezolana.
Úslar Pietri sitúa el problema de la identidad de las artes en la cuestión del referente. Una obra artística sólo acepta el adjetivo de nacionalidad si en su desarrollo refleja el contexto de la realidad circundante. Así, la idea se engarza con el proyecto de construcción de nacionalidades por medio de los imaginarios del arte. Úslar Pietri dirá: “Nuestra verdadera novela iba a nacer precisamente con los hombres que [...] iban a ir directa y simplemente a retratar a nuestro pueblo, a pasear el famoso espejo por el camino” (pág. 4). Es por ello que Úslar Pietri coloca como condición sine qua non para la existencia de la literatura venezolana, la influencia del Realismo y Naturalismo francés, que motivó a voltear la mirada hacia el terruño y cuya adaptación vernácula sería manifestada en el criollismo: “nuestra historia del cuento [...] se confunde casi por completo con el nacimiento y evolución del criollismo en Venezuela” (pág. 12).
Para Úslar Pietri la entrada del Realismo y Naturalismo francés al ámbito venezolano tiene su razón en el europeísmo de Guzmán Blanco, quien quería hacer de Caracas la Francia suramericana, trasplantando arquitectura, costumbres, modas... y en la entrada del positivismo y evolucionismo, en la figura del sabio alemán Adolfo Ernst, quien desde la universidad, la biblioteca y las sociedades científicas hizo enrumbar al país a la modernidad del conocimiento científico.
En esos dos aspectos, tanto la idea literatura-nación como la exaltación del guzmancismo y la presencia de Ernst como motores de la cultura venezolana, se refleja la continuación de la senda trazada por Gonzalo Picón Febres en su libro La literatura venezolana en el siglo diez y nueve (1906), libro en el que se establecen esos criterios, entre otros, para dar organicidad a la literatura venezolana decimonónica y que sirvió de paradigma a los subsecuentes estudios realizados en el país.
Otro criterio de organización utilizado por Úslar Pietri, y que para nosotros proviene de la influencia historiográfica de Gonzalo Picón Febres, es la negación del pasado: “los antecedentes inmediatos en nuestra propia literatura no podían serles de ningún valimiento. Hacia atrás no encontraban sino las insípidas drogas que los nuestros habían imitado de los románticos de allende el mar” (págs. 4-5). De esa manera, se despachaba de un plumazo casi un siglo de vida republicana y tres de vida colonial, estableciendo como punto de inicio del cuento moderno, casi por generación espontánea, al año de 1895. Anterior a esa fecha, Úslar Pietri menciona algunos antecedentes fallidos en la conformación de una “literatura venezolana de valor cierto”; entre ellos el costumbrismo, labor abortada, según el autor, por su humorismo deformante, y la obra Biografía de José Félix Ribas (1891) de Juan Vicente González (1810-1866).
En el texto se esboza una tipología del cuento, intentando diferenciarlo de la novela por criterios que se sitúan más allá de la extensión. La novela y el cuento, según Úslar Pietri, se distancian tanto de la técnica como del instrumento a utilizar:
En el cuento predomina la habilidad técnica, la intuición del rasgo esencial, la capacidad de síntesis artística. En la novela el equilibrio artístico tiende a establecerse entre masas mucho más informes y voluminosas y el simple retrato de la vida o de la circunstancia puede suplir muchas faltas de técnica o de gusto en el autor. El cuento requiere mayor calidad estética, más rápida comprensión, más sutiles recursos, está más cerca de la poesía que de la crónica, y la más pequeña falta en el equilibrio de la composición puede dañarlo irremisiblemente (pág. 6).
Úslar Pietri establece una periodización del cuento venezolano basada en la idea de generación, agrupada en torno a revistas. Utilicemos el esquema para una mejor comprensión de la propuesta:
1.- El Cojo Ilustrado y Cosmópolis (1890-1910):
-Manuel Díaz Rodríguez
-Alejandro Fernández García
-Pedro Emilio Coll
-Rufino Blanco Fombona
-Luis Manuel Urbaneja Achelphol
2.- La Alborada y Sagitario (1910):
-Rómulo Gallegos
-José Rafael Pocaterra
-Enrique Soublette
-Julio Rosales
-Carlos Paz García
-Leoncio Martínez
3.- Cultura Venezolana y Actualidades (1920):
-Andrés Eloy Blanco
-Joaquín González Eiris
-Julio Garmendia
-Vicente Fuentes
-Ángel Miguel Queremel
-Casto Fulgencio López
-Blas Millán
-Pedro Sotillo
-Jesús Enrique Lossada
-Mariano Picón Salas
-Antonio Arráiz
4.- Contemporaneidad (1940):
-Ramón Díaz Sánchez
-Carlos Eduardo Frías
-Julián Padrón
-Guillermo Meneses
-José Fabbiani Ruiz
En esos cuatro momentos del cuento moderno venezolano, se evidencia, según el autor, una propuesta de evolución que parte desde el cuento como “pretexto para la prosa artística”, pasando por ser una “llana declaración indagatoria de lo popular”, hasta verse rodeados los cuentos de un “halo de poesía”, que no por ello les impide “analizar las misteriosas relaciones necesarias y peculiares que funden al venezolano con su medio, con su historia y con su destino” (pág. 9).
Úslar Pietri, Arturo y Julián Padrón (1940) Antología del cuento moderno venezolano (1895-1935). Tomo I. Caracas: Ministerio de Educación Nacional.
Uslar Pietri dijo y sentenció muchas de las ideas que se siguen repitiendo por ahí sin haberlas analizado. Dijo y sentenció muchas cosas, que yo, por ejemplo, todavía no entendido (y creo que tampoco entenderé, no me interesa) pero hay una gran idea, una síntesis entre diferentes literaturas, que me la he tomado como credo:
ResponderBorrarUslar Pietri dijo que las literaturas europeas eran literaturas de individuos, Amadis, Don Quijote, Fausto, Hamlet, etc...
Dijo que la literatura norteamericana, era una literatura de la acción, en donde ella es la protagonista, no el personaje...
La literatura venezolana, una literatura del paisaje, en donde ella es la protagonista, no el personaje, ni la acción, ni la idea, sino el sentimiento de vivir en ese paisaje, en ese entorno...
Y creo que eso se puede decir de toda la literatura latinoamericana...
Saludos...
.:.
Excelente comentario, Nano. Se pudiera hasta pensar en utilizar esa misma caracterización con la literatura de un mismo país.
ResponderBorrarHay que rescatar el pensamiento de Uslar Pietri.
Precisamente por ello los cuentos y las novelas de Uslar se caracterizan por una descripción del paisaje venezolano... Al leer a Uslar uno va viajando con sus letras por nuestra geografía. Un dato curioso, es que en un principio Las Lanzas Coloradas, había sido planteada como un guión cinematográfico.
ResponderBorrarEl año pasado conmemoramos el centenario del nacimiento de AUP, algunas instituciones se tomaron la tarea de recordar a este personaje, pero no fue suficiente, es algo que debe hacerse todo los días en las escuelas. Pero ni modo, a quién le interesa, si después de 70 años que Uslar dijo que debíamos sembrar el petróleo hoy vivimos más que nunca de la renta petrolera, mientras el resto de los sectores en el país se encuentran sumidos en el abandono.
No estoy del todo de acuerdo. Es cierto en cuanto a parte de su obra, pero no me parece que cuentos como Barrabás cumplan con esas características:
Borrarhttp://ficcionbreve.org/barrabas-de-arturo-uslar-pietri/
Cuando murio Uslar Pietri, el Pdte. no paso ni un momentico por la funeraria..........las letras no le interesan (lo mismo hizo con otros destacados venezolanos fallecidos durante estos ultimos años.) Las conclusiones son muy evidentes.
ResponderBorrarEstimado Diego.
ResponderBorrarTe pongo mi correo para restablecer contacto:
sandovac@gmail.com
Un abrazo.
Carlos S.
Moniqueen, mantener un permanente diálogo con los que han desaparecido es una de las labores de la crítica y la investigación.
ResponderBorrarGracias Carlos por el contacto, pronto te escribiré.
Hola anónimos de comentarios literarios mucho les agradezco enviarme por mi correo electrónico un cuento de autor venezolano, debido a que tengo que leer y sacar un análisis de su contenido, estudio 9no. grado. muchas gracias. mi correo es reinaldoes@hotmail.es
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