01 octubre, 2012

Lector e identidad en “La vida nueva” de Orhan Pamuk


Texto escrito a cuatro manos, con la lectura compartida de Irene García Atencio, quizás en un intento por crear "reseñas de sobremesa".

Un libro, aunque el sentido común trate de convencernos de lo contrario, puede devenir en arma de destrucción. Un libro, un verdadero libro –y por verdadero decimos aquel que contenga literatura­– constantemente hace que nos preguntemos por nuestra condición y existencia y ello irremediablemente socava las certezas que tenemos sobre nuestro ser. Los libros –los verdaderos libros– nos interrogan, nos cuestionan, nos hacen seres extraños en un mundo que a fuerza de leerlo también se vuelve extraño y ello provoca que los engranajes de nuestra realidad se atasquen, anhelando para nosotros una “vida nueva”.
Justamente a partir de esa cadena de encuentros y desencuentros que provoca la lectura surge una obra como “La vida nueva” (1995) del escritor turco, y premio Nobel de Literatura 2006, Orhan Pamuk; un libro sobre un libro que cambia la vida a todo aquel que se atreva a leer sus páginas.
El personaje principal –Osman–, enigmático y apasionado, decide leer un extraño libro que ha visto en las manos de Canan, su platónica enamorada. Esta lectura cambiará su forma de vivir. Osman se vuelve sensitivo, observador y desaforado. Abandona su hogar para viajar por toda Turquía junto a su compañera, quien a su vez está enamorada del primer lector de “La vida nueva”, Mehmet. Así, la vida de cada personaje se ha modificado y ha surgido en cada uno la necesidad de pensar y sentir la vida de una manera distinta, y por lo tanto su país y su historia. Todo aquel que se atreva a leerlo terminará inconforme de su realidad y se aventurará, cual pesquisa documental, a viajar para buscar primero los contextos que señala el libro y luego los posibles textos anteriores que le dieron fundamento.
En sus novelas, Orhan Pamuk pinta una emotiva geometría de proporciones entre el mundo interior de los personajes y el destino de Turquía, país bisagra que sirve de enlace entre el oriente asiático y el occidente europeo. Precisamente por ser Turquía espacio de tensiones y conflictos por el cual confluyen simultáneamente ideas de tradición y ruptura, limbo geográfico que marca su paisaje, igualmente los personajes en las novelas de Pamuk, y particularmente en “La vida nueva”, constantemente viven y sufren la ambivalencia de su identidad y tienen tatuada la perenne búsqueda de su esencia. “No estaba en ninguna parte y a la vez estaba en todas y, quizá por eso, creía que me encontraba en el centro inexistente del mundo”; así describe Pamuk, por boca de uno de sus personajes, la sensación de estar en medio de la nada, del desconocimiento, del misterio y el ocultamiento.
En varias de las páginas de la novela el autor nos muestra recurrentemente una relación entre los estados de ánimo del personaje y la presencia del libro y el televisor. Ante el libro, Osman no puede ser pasivo, el mensaje lo altera, sus sentidos se vuelven efervescentes, su entorno cobra vida y resaltan los objetos ante él, como si el libro le ofreciera nuevos ojos con los cuales ver de manera distinta la realidad. El televisor, objeto que se menciona en la mayoría de los capítulos de la novela, no sólo es un elemento de la occidentalización sino un delimitador de identidades y comunicador de formas de actuar, andar, sentir, mirar, vestir; en general, existir. Por ello Osman y el resto de los personajes, a cualquier lugar que lleguen, se ven amansados por el estallido de imágenes casi tangibles, tan cercanas como la cotidianidad, que les brindan una sensación de seguridad ante la indefinición de la vida. Los personajes asumen su condición de receptores, mientras que ante el libro se establece una verdadera comunicación, donde personaje y texto son emisores y receptores, testigos e interlocutores a la vez. El libro y el televisor son dos objetos cautivantes, que emanan luz a los rostros de sus espectadores, pero este último ofrece personajes cuya razón de ser en el mundo ya está predeterminada y definida, actúan siempre igual y se espera de ellos siempre lo mismo. En el libro, en cambio, nada se presenta como seguro y las posibilidades infinitas son lo único constante. Quizás se trate de dos formas de entender la identidad del individuo: una de esencias, inmutable, eterna, que no puede ni debe cambiar; la otra voluble, contextual, histórica. El lector protagonista de Pamuk lucha entre estas dos concepciones de la identidad y éste es el leitmotiv de la historia. Quizás por ello, para reforzar la crisis de la identidad, Pamuk nos hace esperar hasta la segunda mitad de la novela para descubrirnos el nombre del protagonista, y es casi hasta finalizar la novela cuando llegamos a conocer el título del misterioso libro. Por eso pudiera leerse, eso pensamos, “La vida nueva” como una novela de la identidad.
“A fuerza de leer, mi punto de vista se transformó con las palabras del libro y las palabras del libro se convirtieron en mi punto de vista. Mis ojos, deslumbrados por la luz, ya no podían separar el universo que existía en el libro del libro que existía en el universo”. Con estas palabras, Pamuk nos habla acerca de la sensación del lector que se sumerge en las líneas de otra vida, mientras la propia, la del lector, soporta la decepción de ser ignorada, posibilitando así un estado de ausencia-presencia, vida-literatura, realidad-ficción simultáneos. Puede el libro representar así un universo paralelo, una ventana de la realidad en medio de esta ficción que vivimos, idea que podemos rastrear en autores como Borges, Ende, Bradbury, Pérez Reverte... En Pamuk, y he ahí la diferencia, la lectura no es la manera de poseer otra alma, ni una forma de unirse al mundo, ni siquiera la vía rápida para correr hacia una vida nueva. La lectura es una estancia paralela donde se puede velar lo vivido y las ausencias. Donde la memoria y la imaginación juegan a la existencia, a sumar espacios y apoderarse de un ser que asumió el movimiento como una manera de vivir más o morir más deprisa. Sin magias ni finales felices.
Para Osman, la única manera de soportar la vida es a través de la convivencia de un sinnúmero de autores dialogando entre sí: Dante Alighieri, André Maurois, Rainer Maria Rilke, Julio Verne, y otros, son símiles de estaciones que fundamentan las inquietudes del personaje. Soportar la vida, para Osman, es ser una orquesta de voces interiores donde existir significa cambiar de estado, espacio, tiempo, libros, ropa, nombre, emociones, visiones e identidad, hasta transformarse en la historia de un hombre que pueda ser la historia de todos los hombres o de ninguno.
A su manera, Orhan Pamuk logra recrear, a través de esta obra, la condición del lector en el mundo, cuyos intereses y preocupaciones se desligan de los asuntos cotidianos, para hacer de la lectura una forma de vida tan valedera como las otras. 

7 comentarios:

  1. Excelente reseña, de un libro extraordinario.

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  2. Buena novela. Acabo de terminar "Estambul", su libro acerca de la ciudad y las ciudadaes. Hermoso.
    Saludos desde el Ciela.

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  3. Me alegra haber leído esta reseña. Ha desentrañado algunos flecos que la dificultad del texto no me permitía alcanzar.
    Este libro permite una lectura fragmentaria dada la "escasa" relevancia de la historia. Prosa poética, en ocasiones, de altura a través de una traducción aparentemente muy cuidada.
    Recomendable,

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  4. Sinceramente interesante para aquellos que les gustan las historias complejas, con una lógica ilógica que no tiene detalles sueltos, pues todo concepto le subyace un significado que se revela mas adelante. Lo recomiendo.

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  5. Los felicito una reseña deliciosa

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  6. Me encantó la reseña, estoy a punto de terminar el libro y ha sido todo un viaje para mí, que me ha puesto a cuestionarme la existencia y también el cómo todos de alguna manera en algún momento estamos en busca de una vida nueva

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  7. Me tomaré el atrevimiento de decir que Orhan Pamuk es uno de los mejores novelistas vivos (junto a Coetzee y otros). "La vida nueva" es una novela difícil pero brillante; quizá sólo para un selecto grupo. Pamuk se ha cuidado mucho de los estereotipos, ninguna de sus novelas, aunque uno siente que las escribió el mismo autor, son iguales. Les recomiendo buscar "Nieve", "Me llamo Rojo" o "El libro negro"... allí podrán ver una enorme influencia Borgeana y Kafkiana, dos maestros para el autor. Mi favorito es "Nieve", por su estructura. Pero me gusta todo lo que ha escrito, hasta sus ensayos y artículos, reunidos en un libro titulado "Otros colores". Orhan Pamuk es un autor al que hay que leer con cuidado y con dedicación; es como Borges, difícil pero sin pérdida. Saludos. Para más información en mi twitter: @AlfonsoMatheus2

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