30 diciembre, 2007

Afuera

El viaje imaginario de Francisco Depons


“Yo cerraba los ojos para verte”
Luis Enrique Mármol

De todos los viajes posibles, el viaje imaginario es el que mayores travesías promete. Basta nomás echar la imaginación a remontar vuelo y ante nuestros ojos, y sin salir de nuestros hogares, los escenarios del mundo hacen aparición. En minutos podemos recorrer las sabanas de Barinas, tiritar de frío en el pico Bolívar o perder la mirada en el imponente río Orinoco.

De este arte del viaje imaginario son grandes conocedores Lobsang Rampa, Julio Verne y Rafael Bolívar Coronado, entre otros. Se dice de ellos que elaboraron fascinantes historias de viajes sin necesidad de haber visto los lugares que describían en sus relatos. Pero de todos los viajeros imaginarios, quizás sea Francisco Depons el que se lleva todos los honores.

Depons nació en Francia, en 1751. Desde marzo de 1801 hasta julio de 1804 residió en Venezuela, como representante del gobierno francés. En esos tres años y pocos meses tuvo la tarea de informar a Francia acerca de las condiciones políticas, económicas, geográficas y sociales de nuestro país; informes que servirían de base para su libro titulado Viaje a la parte oriental de Tierra Firme en la América Meridional, publicado en París en el año de 1806. En el libro se describen las provincias de Caracas, Maracaibo, Barinas, Guayana, Cumaná y la Isla de Margarita durante los primeros años del siglo XIX, advirtiendo el mismo Depons en la introducción de la obra:

Sin la ley que me impuse de someterlo todo al informe de mis propios ojos, mis vigilias, fatigas y gastos me hubieran conducido a resultados más perjudiciales que útiles a la geografía y a la historia (…) Es preciso que el orden que se les dé [a los materiales de su descripción] sea tal que hagan en el espíritu de mis lectores las mismas impresiones que recibió el mío recorriendo y estudiando la parte oriental de la Tierra-firme.


Cuando comienza el relato de la descripción de Guayana y el Orinoco, el viajero Depons hace gala de sus dotes descriptivas y se explaya en comentarios tan precisos que se atreve a desmentir a los pioneros de las expediciones en el sur de Venezuela:

Las inexactitudes que yo he verificado en las descripciones que el mundo literario debe a los padres Gumilla, Coleti y Caulín, me autorizan a asegurar que honran más su celo que sus luces, y su atrevimiento más que su exactitud.


Como consecuencia de las noticias y descripciones novedosas y modernas acerca de América, Depons es nombrado en 1807 como miembro de la Sociedad Académica de Ciencias de París. Años después, en 1812, muere en Francia, lugar de donde nunca más saldría desde su llegada de Venezuela en 1804.15 años después de la muerte de Depons, en 1827, Felipe Bauzá, el gran geógrafo y cartógrafo español, consulta a nuestro Andrés Bello acerca del origen de las noticias que del río Orinoco y de Guayana se hallan en el texto de Depons. Andrés Bello, el perpetuo errante, responde sin ambages, despojado de la seria y marmórea estampa que le ha endilgado la historiografía:

Puedo asegurar a V. como cosa de que estoy completamente cierto, que Depons no vio de la Tierra firme Oriental, es decir, de las provincias que componían la Capitanía General de Venezuela, más que el cortísimo espacio que hay entre La Guaira y Puerto Cabello que aun de este espacio no vio más que los pueblos principales del camino: La Guaira, Caracas, Valencia, Puerto Cabello y los valles de Aragua; y que su residencia casi constante fue en Caracas, donde yo le conocí y traté.

La denuncia de Bello ante este fraude continúa, desenmascarando este antecedente decimonónico del “copypaste”:

Su obra por consiguiente no es más que una compilación de varios documentos que buenamente se le franquearon en la Capitanía General, la Intendencia, Oficinas de Cuentas y Secretaría del Arzobispo; para lo que le valieron mucho las recomendaciones del ministerio francés y el nombre del emperador Napoleón, de que sabía hacer muy buen uso. Lo que hay suyo es muy poco y está lleno de errores groseros.
Pero en donde más se deja conocer la osadía de este plagiario es en lo que dice de Guayana. Depons no estuvo en su vida en Guayana, ni puso el pie dentro de 50 leguas de distancia del Orinoco.

Francisco Depons, francés de cincuenta años, de visita en Venezuela, prefirió la comodidad de las veladas y recepciones que se hacían en su homenaje antes que las arduas travesías por el Oriente venezolano. Para poder cumplir con su trabajo, optó por el viaje imaginario y compiló textos ajenos que describieran las zonas que debía visitar para luego hacerlos suyos. Andrés Bello nos aclara las fuentes utilizadas por Depons:
¿Pero dónde halló Depons estos materiales geográficos relativos al Orinoco? Yo mismo los puse en sus manos. Cuando este viajero se hallaba en Venezuela estaba yo empleado en la Secretaría del Capitán General y por orden de este jefe (que lo era entonces el mariscal de campo don Manuel de Guevara Vasconcelos) le entregué un expediente creado por un Gobernador de Guayana que se llamaba Marmión.

A fin de cuentas, el viaje de Depons resultó ser un fraude, un plagio de un informe elaborado por el ilustrado gobernador Miguel Marmión y añadidos de otros autores. Descripciones geográficas y de costumbres que el viajero imaginario francés nunca “sometió al informe de sus ojos”. Este antecedente del plagio en Venezuela nos muestra entonces las posibilidades del turismo virtual. Cerrar los ojos basta para ver lo nunca visto.

Felices lecturas


16 diciembre, 2007

Diálogo de culturas

Tomado de la revista Quórum, recomendamos la entrevista realizada al escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez y al español Ernesto Pérez Zúñiga quienes, en interesante conversación con la periodista Caridad Plaza, charlan sobre el oficio de la escritura y el fascinante diálogo de culturas entre América y Europa. Para muestra, un fragmento:

C. P.—¿Por qué la literatura venezolana no tiene la tradición que tienen otras literaturas latinoamericanas?
J. C. M. G.—Yo estoy convencido de que sí la tenemos. La primera es Teresa de la Parra, una novelista de primer orden. Su obra Ifigenia es una joya que se sostiene en una virtuosa construcción narrativa; es una indagación muy honda en la mirada de lo femenino. Y también tenemos a Julio Garmendia, un narrador que incursionó con excelencia en la literatura fantástica antes que Borges o Cortázar. Esto por sólo citarte dos autores del pasado. Tal vez lo que ha ocurrido es que Venezuela vivió entre el 58 y el 98 una relativa estabilidad política. No tuvimos procesos militares salvajes y genocidas como los de otros países, así que no hubo un masivo exilio cultural y literario que divulgase nuestra literatura en el exterior en esos tiempos en que la narrativa hispanoamericana se colocó en un lugar privilegiado. Pero soy bastante optimista en este momento sobre la proyección de los escritores venezolanos. El último premio Herralde, la novela La enfermedad, es del venezolano Alberto Barrera Tiszka. Israel Centeno acaba de publicar Iniciales, un libro que está teniendo unas críticas excelentes en los más importantes suplementos españoles. Victoria di Stéfano, Ednodio Quintero, José Balza, Juan Carlos Chirinos, Doménico Chiappe también han publicado en la península Ibérica recientemente. La visibilidad ha mejorado mucho en estos últimos diez años, no olvidemos que en la Universidad de Salamanca se estudia con sostenido esfuerzo la literatura venezolana, y también algo en la Universidad de La Laguna, por citar dos ejemplos que conozco.
E. P. Z.—En Venezuela hay poetas fantásticos. Ramos Sucre, por ejemplo, es tan bueno como Rubén Darío y no es tan conocido como se pudiera pensar. Y hay poetas contemporáneos, como Rafael Cadenas o Eugenio Montejo, que son de primera.
J. C. M. G.—Hay gente con esa madurez que permite que una narración sea una precisa mezcla de emoción y transparencia. Pienso en narradores de gran nivel que están en plena actividad: Eduardo Liendo, Óscar Marcano, Federico Vegas, Roberto Echeto, Ricardo Azuaje, Antonio López Ortega, Silda Cordoliani, Ana Teresa Torres, Milagros Socorro, Rubi Guerra, escritores de diversos lenguajes, de diversas búsquedas.

14 diciembre, 2007

El científico que nunca fue...


Hace poco cayó en mis manos la revista Reportajes, publicación del Instituto de Investigaciones en Biomedicina y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Oriente. En su tercer número, la revista presenta un conjunto de informaciones sobre el quehacer de la investigación universitaria, poniendo especial énfasis en llevar a un lenguaje sencillo y ameno el resultado e importancia del saber generado en la academia.
En la página 26 de Reportajes encontré una opinión del Dr. Fulgencio Proverbio, jefe del Laboratorio de Bioenergética Celular del IVIC, que me hizo fruncir el ceño. En la breve entrevista titulada "En el país hay buenos científicos, pero son muy pocos", el Dr. Proverbio explica la razón por la cual existen pocos científicos en Venezuela:

"La falta de interés de los estudiantes por las carreras científicas. Para ilustrar esta afirmación, Proverbio mostró cifras que indican, entre otras cosas, que para el año 1980 había 300.902 estudiantes universitarios, pero sólo el 2,5% cursaban Ciencias Básicas, mientras que en carreras como Ciencias Sociales el porcentaje era de 30,20%. Asimismo, para el año 1999 había 707.568 estudiantes universitarios, de los cuales el 1,2% cursaban Ciencias Básicas, entretanto el 40,40% se formaba en Ciencias Sociales".

Aquí estamos frente al viejo dilema de considerar a las Ciencias Sociales como un seudoconocimiento, como un simulacro de investigación que no alcanza la rigurosidad de las ciencias "duras". En mi opinión, es tan científico el que estudia la Literatura, el Arte o la Sociedad como el que viste de bata y vive rodeado de tubos de ensayo y cables. Quizás posean métodos y fundamentos epistemológicos distintos, pero ambos buscan la comprensión de los fenómenos que nos rodean.

06 diciembre, 2007

Groserías e insultos


Cuando una sociedad se corrompe, lo primero que se gangrena es el lenguaje. La crítica de la sociedad, en consecuencia, comienza con la gramática y con el restablecimiento de los significados.
Octavio Paz

Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores 2008

Luego del éxito de participación que constituyó la primera edición del concurso, y de la publicación del libro Joven Narrativa Venezolana en coedición con Los Libros de El Nacional, la Policlínica Metropolitana reitera su apoyo al talento joven literario venezolano con la convocatoria a la segunda edición del Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores, el cual tiene como objetivo estimular la creación y apoyar la difusión de los nuevos valores en la narrativa venezolana.
En esta segunda edición del concurso podrán participar todos los autores venezolanos o extranjeros residenciados en el país, menores de 40 años, con un cuento entre 5 y 30 cuartillas, original, inédito, enviado bajo el sistema de plica. La premiación de este certamen incluye un primer premio de Bs. 5.000.000 un segundo premio de Bs. 2.000.000 y un tercer premio de Bs. 1.000.000, además de la publicación de los textos ganadores y las menciones que considere el jurado, conformado por los reconocidos escritores Eduardo Liendo, Federico Vegas y Oscar Marcano. Los cuentos participantes se podrán enviar hasta el 15 de febrero de 2008, y el veredicto se anunciará el 15 de abril.
Para más información, escribir al correo concursodecuentos@pcm.com.ve .
En archivo adjunto, las bases completas.

Las bases completas en:
http://www.pcm.com.ve/admin/seccion.asp?pid=64&sid=2694&NotID=39125