14 diciembre, 2007

El científico que nunca fue...


Hace poco cayó en mis manos la revista Reportajes, publicación del Instituto de Investigaciones en Biomedicina y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Oriente. En su tercer número, la revista presenta un conjunto de informaciones sobre el quehacer de la investigación universitaria, poniendo especial énfasis en llevar a un lenguaje sencillo y ameno el resultado e importancia del saber generado en la academia.
En la página 26 de Reportajes encontré una opinión del Dr. Fulgencio Proverbio, jefe del Laboratorio de Bioenergética Celular del IVIC, que me hizo fruncir el ceño. En la breve entrevista titulada "En el país hay buenos científicos, pero son muy pocos", el Dr. Proverbio explica la razón por la cual existen pocos científicos en Venezuela:

"La falta de interés de los estudiantes por las carreras científicas. Para ilustrar esta afirmación, Proverbio mostró cifras que indican, entre otras cosas, que para el año 1980 había 300.902 estudiantes universitarios, pero sólo el 2,5% cursaban Ciencias Básicas, mientras que en carreras como Ciencias Sociales el porcentaje era de 30,20%. Asimismo, para el año 1999 había 707.568 estudiantes universitarios, de los cuales el 1,2% cursaban Ciencias Básicas, entretanto el 40,40% se formaba en Ciencias Sociales".

Aquí estamos frente al viejo dilema de considerar a las Ciencias Sociales como un seudoconocimiento, como un simulacro de investigación que no alcanza la rigurosidad de las ciencias "duras". En mi opinión, es tan científico el que estudia la Literatura, el Arte o la Sociedad como el que viste de bata y vive rodeado de tubos de ensayo y cables. Quizás posean métodos y fundamentos epistemológicos distintos, pero ambos buscan la comprensión de los fenómenos que nos rodean.

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