Tomado de la revista Quórum, recomendamos la entrevista realizada al escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez y al español Ernesto Pérez Zúñiga quienes, en interesante conversación con la periodista Caridad Plaza, charlan sobre el oficio de la escritura y el fascinante diálogo de culturas entre América y Europa. Para muestra, un fragmento:
C. P.—¿Por qué la literatura venezolana no tiene la tradición que tienen otras literaturas latinoamericanas?
J. C. M. G.—Yo estoy convencido de que sí la tenemos. La primera es Teresa de la Parra, una novelista de primer orden. Su obra Ifigenia es una joya que se sostiene en una virtuosa construcción narrativa; es una indagación muy honda en la mirada de lo femenino. Y también tenemos a Julio Garmendia, un narrador que incursionó con excelencia en la literatura fantástica antes que Borges o Cortázar. Esto por sólo citarte dos autores del pasado. Tal vez lo que ha ocurrido es que Venezuela vivió entre el 58 y el 98 una relativa estabilidad política. No tuvimos procesos militares salvajes y genocidas como los de otros países, así que no hubo un masivo exilio cultural y literario que divulgase nuestra literatura en el exterior en esos tiempos en que la narrativa hispanoamericana se colocó en un lugar privilegiado. Pero soy bastante optimista en este momento sobre la proyección de los escritores venezolanos. El último premio Herralde, la novela La enfermedad, es del venezolano Alberto Barrera Tiszka. Israel Centeno acaba de publicar Iniciales, un libro que está teniendo unas críticas excelentes en los más importantes suplementos españoles. Victoria di Stéfano, Ednodio Quintero, José Balza, Juan Carlos Chirinos, Doménico Chiappe también han publicado en la península Ibérica recientemente. La visibilidad ha mejorado mucho en estos últimos diez años, no olvidemos que en la Universidad de Salamanca se estudia con sostenido esfuerzo la literatura venezolana, y también algo en la Universidad de La Laguna, por citar dos ejemplos que conozco.
E. P. Z.—En Venezuela hay poetas fantásticos. Ramos Sucre, por ejemplo, es tan bueno como Rubén Darío y no es tan conocido como se pudiera pensar. Y hay poetas contemporáneos, como Rafael Cadenas o Eugenio Montejo, que son de primera.
J. C. M. G.—Hay gente con esa madurez que permite que una narración sea una precisa mezcla de emoción y transparencia. Pienso en narradores de gran nivel que están en plena actividad: Eduardo Liendo, Óscar Marcano, Federico Vegas, Roberto Echeto, Ricardo Azuaje, Antonio López Ortega, Silda Cordoliani, Ana Teresa Torres, Milagros Socorro, Rubi Guerra, escritores de diversos lenguajes, de diversas búsquedas.
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