Venezuela importaba hielo desde principios del siglo XIX. Este producto era una exquisitez que sólo estaba al alcance de quienes pudieran pagarlo, generalmente para usarlo como medicamento, pero también para enfriar bebidas y hacer helados. En Mérida, por lo menos hasta los primeros años del siglo XX, el hielo era traído de la Sierra Nevada por cargadores que lo transportaban a sus espaldas en maletas hechas con cuero de chivo. Cada maleta podía pesar de 34 a 46 kilos. Varios relatos de viajeros decimonónicos cuentan cómo las familias más adineradas de la ciudad adornaban sus mesas con hielo traído de la Sierra para halagar a sus invitados más especiales. La primera máquina refrigeradora que llegó a Mérida la adquirieron los hermanos Picón en 1926 para su fábrica de helados y su costo fue de dos mil bolívares.
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