En la Venezuela colonial, la
del siglo XVIII, era común la lectura de libros de cocina europea. De los
primeros registros que se tienen, según las pesquisas realizadas por Ildefonso
Leal (1978) en los documentos coloniales venezolanos, puede afirmarse que uno
de los primeros libros gastronómicos que arriban a estas tierras es el Arte
de cocina, pastelería y bizcochería y conservería, de Francisco Martínez
Montiño, editado en Madrid en el año de 1611. Otro texto gastronómico del cual
existe evidencia de su presencia en la Venezuela colonial es el Libro del arte de
cocina, de Diego Granado, publicado en 1599. Además de los anteriores, el Nuevo
arte de cocina sacado de la experiencia económica, de aproximadamente 1745;
el Physiologie du goût, de Brillat-Savarin; El confitero moderno,
de Maillet; el Manual de cocina española y americana, de Brecarelli,
entre otros (Cartay, 1995: 288-289), nos hablan de una indiscutible presencia
del libro de cocina en la
Venezuela colonial que, a través de las copias manuscritas o
el préstamo y la cesión testamentaria, formas comunes de distribución del libro
en la época, pudieron haber alentado la difusión de los mismos entre un extenso
público consumidor. Carlos Duarte, por su parte, señalando a los libros de
cocina manuscritos como forma generalizada de difusión, nos recordará:
Muchos de los platos que se comían durante el
período hispánico provenían de viejas recetas familiares que se fueron
acumulando y perfeccionando, añadiendo ingredientes locales que le dieron a la
cocina criolla un toque particular. Muchas personas se guiaban por las recetas
de libros de cocina como el de Juan Altimiras, Nuevo Arte de Cocina,
editado en Madrid en 1767, del cual figuraba un ejemplar en la biblioteca de don
Juan de la Vega.
(Duarte, 2001: Tomo II, 33).
En medio de
ese incipiente pero para nada despreciable campo cultural del discurso
gastronómico en la Venezuela
colonial, surgen los que se conocen como los dos únicos proyectos editoriales
de cocina hechos por venezolanos en el siglo XIX. El primero de ellos fue
elaborado por José Antonio Díaz, como parte del libro que lleva por título Elagricultor venezolano o Lecciones de agricultura práctica nacional, editado
en Caracas en 1861 por la
Imprenta Nacional de M. de Briceño. En este libro de Díaz,
cuya intención era la formación de la juventud caraqueña en la vida y
quehaceres de la agricultura, se describe el cultivo y usos de plantas, la
higiene campestre, la economía rural, consejos médicos, abono de suelos,
clarificación de vinos, entre otros conocimientos rurales cuya enseñanza
buscaba recuperar, según el decir de Díaz, la moral perdida de los campos:
Estos motivos me decidieron á aceptar el
magisterio de la escuela proponiéndome no solamente descubrir á la juventud los
tesoros de nuestro suelo y el modo de explotarlo para que mis alumnos á su vez
hiciesen despues lo mismo sino dejar en nuestras lecciones un escrito que
hiciese prosélitos al campo y si no para hoy para mas adelante restableciese la
moral perdida por las continuas revueltas políticas que no han cesado de turbar
el orden público por una larga serie de años (Díaz, 1861: III-IV. Se transcribe
con la ortografía original).
Uno de los
capítulos de este libro de Díaz lleva por título “Cocina campestre” y el mismo
resulta ser un compendio de recetas de uso cotidiano en el campo venezolano,
entre las cuales encontramos, en un discurso lleno de valoraciones sobre la
economía, el gusto y su carácter saludable, a la olleta, el mondongo,
morcillas, chorizos, carne frita, “ropa sucia”, hallacas, entre otros. Así,
este texto es considerado, al decir de varios investigadores (Lovera, 1988 y
Cartay, 1995) como uno de los primeros recetarios publicados en Venezuela.
Sin embargo,
prefiero reservar ese privilegio a Cocina criolla o guía del ama de casa
para disponer la comida diaria con prontitud y acierto, del escritor
merideño Tulio Febres Cordero (1860-1938), quien publicó este texto en el año
de 1899. En realidad este libro de Tulio Febres Cordero será el primero que se
planifique y se imprima como un discurso culinario autónomo y con una plena
intención de ser compuesto como libro gastronómico, a diferencia del texto de
Díaz que, como ya dijimos, es parte de un libro cuya temática general es la
formación para el quehacer rural.
Así, la literatura gastronómica nació en Mérida, en los Andes venezolanos, próxima a la alborada de
un nuevo siglo.
Referencias Bibliográficas:
-Cartay, R. (1995) El pan nuestro de cada
día. Crónica de la sensibilidad gastronómica venezolana. Caracas: Fundación
Bigott.
-Díaz, J.A. (1861) El agricultor venezolano
o Lecciones de agricultura práctica nacional. Caracas: Imprenta Nacional de
M. de Briceño.
-Duarte, C. (2001) La vida cotidiana en
Venezuela durante el período hispánico. (Dos tomos) Caracas: Fundación
Cisneros.
-Febres Cordero, T. (1993) Cocina criolla o
guía del ama de casa para disponer la comida diaria con prontitud y acierto. (6ta.
Ed.). Mérida: Imprenta de Mérida.
-Leal, I. (1978) Libros y bibliotecas en
Venezuela colonial (1633-1767). Caracas: Academia Nacional de la Historia.
-Lovera, J.R. (1988) Historia de la
alimentación en Venezuela. Caracas: Monte Ávila.
Hola, estoy buscando este libro “El Agricultor Venezolano o Lecciones de Agricultura Practica Nacional” por Jose Antonio Diaz (Caracas, 1861). Lo tendrá disponible en digital o conoce alguna página para descargarlo? gracias.
ResponderBorrarhttps://play.google.com/books/reader?id=0wMaAAAAIAAJ&hl=es_419&pg=GBS.PA36
BorrarAlguien tiene conocimiento de donde conseguir el digital del libro Cocina Campestre de José Antonio Díaz? Si pueden darme respuesta a mi dirección de correo electrónico estaría agradecido. eliquinonez19@gmail.com
ResponderBorrarBuenas noches. Si logró conseguir el libro, le agradecería información al respecto.Mi correo es carlos.piccinoni@gmail.com
BorrarMuchas gracias.
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ResponderBorrarBuenas noches, es irene, estoy buscan información cuando llego al país las galletas, y cunado llego las galletas de jengibre
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