27 noviembre, 2007

Anuncian ganadores del Concurso Cuentos Sobre Rieles

Luego de un minucioso proceso de selección, el jurado calificador escogió a los ganadores del concurso literario, relatos breves "Cuentos Sobre Rieles". Evento que tiene como objetivo fomentar la creación literaria y el hábito de la lectura.
Miguel Escalona, gerente de Relaciones Institucionales de CVG Ferrominera Orinoco, destacó que por cuarto año consecutivo se lleva a cabo esta actividad, la cual ha logrado convocar una importante participación regional y nacional.
El jurado calificador del concurso literario relatos breves "Cuentos Sobre Rieles", estuvo integrado por Francisco Arévalo, Olisbeth Ascanio, Pamela Astudillo, Juan Guerrero y Ramón Rivera Verde, quienes emitieron su veredicto, previo cumplimiento de las formalidades correspondientes y en estricto apego a las normas legales.
Y así quedó En la categoría juvenil el primer lugar fue otorgado a Yesilbeth Yandi Villegas Guevara con su obra Cuentos Sobre Rieles, mientras que en la categoría libre Diego Augusto Rojas Ajmad se alzó con el primer lugar con su obra "La niña de las trenzas de melcocha".
En la categoría juvenil el segundo lugar correspondió a Josué Samuel Banega Vásquez y su obra El orgullo indio, seguido en el tercer lugar por Nixón Del Valle Tineo León con su relato El abuelo ferrominero.
En la categoría libre el segundo lugar fue obtenido por Sabrina Sotelo y su cuento Marineros y mineros, quedando en el tercer lugar Richard Rafael Ortega y su relato La última danza del tren.
Es preciso resaltar que esta edición contó con la participación de noveles escritores de varias partes del país. En cuanto a la premiación se tiene que en la categoría juvenil se entregará una computadora portátil para el primer lugar, un Nintendo Wii, con un control adicional para el segundo lugar y en tercer lugar un televisor plasma de 21 pulgadas.
En la categoría libre el premio al primer lugar será de 4 millones de bolívares, tres millones y medio para el segundo y tres millones para el tercer lugar. La premiación se llevará a cabo el 5 de diciembre en las instalaciones del Club Caronoco, como parte de la celebración del 32 aniversario de la industria nacional del hierro.

Tomado de: Correo del Caroní (Puerto Ordaz), 27/11/2007.


25 noviembre, 2007

Todavía una canción de amor

No te fíes si te juro que imposible,
no dudes de mi duda y mi quizás.
El amor es peor que un imperdible
perdido en las solapas del azar...

La luna toma el sol de madrugada,
"nunca jamás" quiere decir "tal vez".
La muerte es una amante despechada
que juega sucio y no sabe perder.

Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.

No acudas si te llamo de repente,
no te pierdas si te grito "piérdete":
a menudo los labios más urgentes
no tienen prisa dos besos después.

Se aferra el corazón a lo perdido,
los ojos que no ven miran mejor.
Cantar es disparar contra el olvido,
vivir sin ti es dormir en la estación.

Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.

Joaquín Sabina

¿Es Venezuela una nación?

Ricardo Bello

Un buen ejemplo de lo que ocurría en la época cuando José Napoleón Oropeza dirigía los destinos del Ateneo de Valencia eran las Bienales de Literatura. Fui invitado a participar como jurado en la última Bienal, conjuntamente con otros dos escritores -Antonio López Ortega y Carlos Pacheco- y premiamos en aquella oportunidad al esfuerzo de Diego Rojas Ajmad: Mundos de tinta y papel, una revisión del rol de los libros en la conformación de nuestra identidad nacional en la era colonial.

Su estudio ha sido editado por la Universidad Simón Bolívar y logra introducirnos, sin pedanterías ni aburrimiento, en el problema de la formación de las identidades políticas. La pregunta que atraviesa su libro es simple: ¿cómo la sociedad deviene nación? Me encanta recordar a Briceño Guerrero, cuando afirmó en 1983, en plena celebración del bicentenario del natalicio del Libertador, que él no había pasado su vida estudiando en vano para seguir creyendo que Venezuela era una nación. Las naciones surgen fruto del consenso en torno a una idea o visión y la nuestra, afirmaba Briceño, se creó en las antípodas, en la conformación de una identidad política contraria al pensamiento de Bolívar. José Manuel Briceño había sido seleccionado por las distintas Academias para dar el discurso de orden en una sesión solemne, a la cual acudió el entonces Ministro de Educación, nombrado por Luis Herrera Campins, un Presidente honesto como pocos y sensible a los temas de la cultura y el pensamiento. El Ministro, al escuchar las palabras del historiador, se levantó airadamente y antes de irse, le dijo: "Mire, no lo meto preso porque entonces la gente va a querer leer su discurso y no le voy a dar ese privilegio." Briceño continuó y su texto fue publicado a los pocos días por Fidel Castro en el diario Gramma, tan sólo para llevarle la contraria al gobierno socialcristiano.

El libro de Rojas Ajmad tiene el atrevimiento de sugerirnos una tesis contraria a la de Briceño. Venezuela, argumenta, fue soñada a partir de autores y textos leídos con pasión y alevosía por la élite ilustrada a la cual pertenecía el Libertador. La cultura fue la era colonia fue exposición evidente de status, como hoy confiesan sin pudor su anacronismo político, los dueños de las Hummers. Al menos en la Colonia contábamos con clases dirigentes que leían y consideraban al libro como el pilar sobre el que descansaba el proyecto de nación. Ese proyecto fue el instrumento de una comunidad política que en sus inicios fue apenas una fantasía literaria, que iba adquiriendo forma en la imaginación de los blancos y ricos. Apenas el 1% de la población venezolana en los años previos a la Independencia, los nobles, criollos y peninsulares, podían jactarse realmente de poseer una biblioteca. El imaginario social vinculaba la pintura académica y a la literatura con la consolidación del poder de la Corona. Hasta que gente como Juan Germán Roscio y Bolívar se les ocurrió pensar que podía ser perfectamente lo contrario y empezaron a conspirar, a escribir libros y panfletos y a organizar las bibliotecas públicas en las cuales pudiera la población envenenarse con la política, transformando el uso de los libros en ejercicio de libertad. Tal como lo están haciendo ahora los estudiantes, tal como lo hicieron en los días previos a la Independencia. Venezuela pudiera algún día ser una nación, cohesionada por algo más que propaganda y odio: un sueño de justicia y reconciliación.

Tomado de:
Notitarde.com (Valencia) 12 de noviembre de 2007.

23 noviembre, 2007

Memoria contra el olvido

José Eugenio Sánchez Negrón (1924-1989) es uno de los tantos marginados de la literatura venezolana. Caraqueño de nacimiento, Sánchez Negrón deja una obra literaria vasta y de calidad que abarca los géneros poético, narrativo, periodístico y ensayístico diseminados en variadas publicaciones periódicas, entre ellas “Contrapunto”, “Revista Nacional de Cultura”, “Imagen”, “El Nacional”, “El Universal”, en donde demuestra un dominio claro del ejercicio literario y una presencia irrefutable en la vida cultural del país. Críticos e investigadores reconocidos como José Ramón Medina, Manuel Alfredo Rodríguez, Pedro Díaz Seijas, J. A. De Armas Chitty, J. A. Escalona-Escalona, José Cañizales Márquez, César Dávila Andrade y Velia Bosch, entre muchos otros, han ponderado positivamente la obra de Sánchez Negrón, dándole el puesto de “renovadora” de la literatura venezolana. A pesar de estos esfuerzos de parte de los críticos antes mencionados por insertar en el corpus literario nacional la producción de Sánchez Negrón, vemos que a 18 años de la muerte del autor no se ha profundizado ni difundido estudios acerca de su obra con la importancia que amerita el caso.

CRONOLOGÍA


1927 José Eugenio Sánchez Negrón nace en Caracas el 28 de febrero. Fueron sus padres Reynaldo Sánchez Gutiérrez y Clara Negrón Negrón.

1932 La familia se traslada a Ciudad Bolívar, en donde Reynaldo Sánchez Gutiérrez se encargará del bufete de su padre, Don Eugenio Sánchez Afanador.

1936 Transcurre su infancia en compañía de su tía Cristina y el resto de la familia. Comienza los estudios primarios en la Escuela de Primeras Letras de Isabel Abreu, los cuales finaliza en El Colegión, hoy Escuela Heres. La familia se exilia, por asuntos políticos en la ciudad de Bogotá.

1939 Inicia el bachillerato en el Liceo Peñalver de Ciudad Bolívar.

1941 Interrumpe sus estudios de bachillerato para ingresar en la Escuela Naval de Guerra en Maiquetía, donde permanece dos años. Funda junto con algunos compañeros la revista El Galeón, en la misma institución naval.

1942 Solicita la baja en la Escuela Naval, viaja a Trinidad donde continúa los estudios de bachillerato en el Colegio Venezuela, durante año y medio.

1944 Regresa a Ciudad Bolívar. Forma parte de la Federación de Estudiantes en Ciudad Bolívar. Gana el Premio de Poesía del Liceo Peñalver con el poema “La india de ojos tristes”.

1948-1949 Debido a problemas de salud se retira a guardar reposo en el hato familiar “Nuevo Mundo”, en las inmediaciones del Río Orocopiche. Allí escribe, a los 21 años, los poemas del libro Los limos de la tierra.

1950
Publicación de Los limos de la tierra. Pasa a ser uno de los representantes del naciente movimiento poético “La Nueva Poesía Venezolana”.

1951-1958 Viaja a Caracas para terminar sus estudios de bachillerato en el Colegio Santa María. Luego comienza sus estudios de Derecho en la Universidad Santa María. Dos de sus hermanos mueren en circunstancias lamentables. Cae la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

1958-1960 Se solicitan sus servicios de abogado para la tarea de fundar las Delegaciones del Cuerpo Técnico de Policía Judicial en los Estados Bolívar y Aragua. Luego es nombrado Director Nacional de esta institución.

1961-1964 Regresa a Ciudad Bolívar donde continúa ejerciendo su profesión incorporándose al bufete de su padre y además se dedica a la enseñanza en la educación media, específicamente en las materias: Literatura Venezolana, Literatura Española, Historia Universal, Historia de Venezuela, Historia de la Filosofía, Psicología y Formación Social, Moral y Cívica. Obtiene una mención honorífica en el Premio Municipal de Poesía (1962), con el poemario Los ruidos del mundo. Es nombrado Secretario Privado de la Gobernación del Estado. A pesar de todas sus ocupaciones nunca abandona la producción literaria, principalmente de poesía, en estos primeros años. Obtiene el Premio Municipal de Poesía con la producción Los humos y las voces. Participa en el certamen de cuentos de El Nacional con su obra Los hospitales del infierno, su trabajo es seleccionado para ser publicado con otros nueve más.

1965-1968 Por su cargo de Jefe de Relaciones Públicas del INCIBA reside en Caracas. Regresa a Ciudad Bolívar tras la muerte de su padre (15-02-65) y de nuevo ocupa la Secretaría Privada de la Gobernación del Estado Bolívar; pero sólo por poco tiempo, pues se traslada de nuevo a Caracas a desempeñar el cargo de Director Nacional de Relaciones Públicas del Ministerio de Obras Públicas.

1969
De nuevo en Ciudad Bolívar el Concejo Municipal del Distrito Heres le otorga el Premio Municipal de Periodismo como mejor columnista.

1970 Se encarga de la Dirección del diario El Bolivarense. Es nombrado Cronista de Ciudad Bolívar, esto consolida su interés por la investigación histórica, a la cual se dedicará plenamente hasta el día de su muerte. Junto con la Asamblea Legislativa del Estado funda un organismo para el Rescate y Conservación del Patrimonio Histórico y Desarrollo Cultural del Estado Bolívar (IRCOPAHIDEC). Obtiene de nuevo el Premio Municipal de periodismo como mejor columnista. Publica su cuarto poemario Los sonetos reiterativos.

1976 Recibe el nombramiento como miembro por el Estado Bolívar de la Academia Nacional de la Historia y miembro correspondiente al Centro de Historia de la Guaira. Inicia una serie de programas radiales, difundidos por Radio Bolívar, con los cuales da a conocer la historia venezolana.

1977-1978 Continúa desempeñándose como Cronista de Ciudad Bolívar. Sus artículos sobre historia aparecen diariamente en la prensa regional. Crea el Gran Suplemento del diario El Expreso. Colabora en diferentes revistas culturales del país como la Revista Nacional de Cultura, Árbol de Fuego, Poesía de Venezuela y en los diarios El Universal y El Nacional.

1984-1986 Es nombrado Director de Cultura del Estado Bolívar, en cuyo cargo funda la revista A-Rayas. La Casa de la Cultura de Ciudad Guayana instituye el premio anual de poesía “José Eugenio Sánchez Negrón” (1986).

1989
Luego de una operación quirúrgica de escaso riesgo, muere por reacción alérgica a un relajante muscular (18 de agosto).

Yo hablo de la soledad

Yo hablo de la soledad
y pienso que ni la metáfora me basta para describirla.

Sin embargo he aquí una forma, digo a la noche
y a la multitud lejana:

De pie en las órbitas vacías de un feto abandonado
bajo las estrellas.
De pie en una llanura donde el viento desgarra
árboles y piedras.
De pie como una columna, como una llama,
la muerte se abre el pecho en busca de otra muerte.

(Tomado de: Los limos de la tierra. p. 50).


La ciudad

I
Esta ciudad tiene, como todas,
sus interminables legiones de tristezas,
de alegrías y canciones
de cuchillos y redondos ojos amarillos
que habitan la hiel y los fantasmas
de unas venas rotas. Y tiene cunas que navegan por un río
de féretros mecidos sobre los hombros de la noche
y una luz amarillenta que atraviesa
la llanura eterna de leprosos bíblicos.
(Siempre hay una luz amarillenta flotando en las lámparas del aire
cuando pasan estas cosas). Sí, esta ciudad, como todas, tiene
su serpiente interminable
que parte de algún punto hirviente de la historia
y simula cumbres arrasadas y castillos temblorosos
y vinos
de párpados cerrados por la asfixia del olvido.

La serpiente es larga.
Y recuerda un puente
que cruza de un lado a otro la memoria
y apenas toca
el límite frío de mi sombra que se acoda
a la orilla del camino.

La bestia hunde la cola
en la penumbra de una iglesia abierta a todas puertas,
y miro la cabeza de la marcha, allá, a lo lejos,
con sus conquistadores y sus lanzas
y su trueno de estandartes
y sus relucientes cobres.

Pero no quiero desenfrenarme ahora de pasados.
Muchos vendrán.
Y desfilarán ante mi vista en los espejos
como un hilo interminable de alaridos.
Mirar las casas sólo debo, tocar las casas
con la aurora de los dedos,
probarlas con labios y ponerme
las caretas laceradas de sus paredes más antiguas.

El pensamiento gotea en los confines de la sed y la memoria,
bajo un viento que despeina las doncellas coloniales
y agita las banderas y las canciones roncas
de los negros que oscurecen los cristales de la tarde.

En el fondo de los aires, como un par de tempestades
brillan enormes unos ojos colectivos. Y el recuerdo cruza
flanqueado de leopardos y escritos afiebrados
que el viento eleva de las bibliotecas habitadas
por el polvo
y el fantasma nocturnal de puertas entreabiertas
que se baten con un canto de silencio y soledades.

Y miro pasar solares. Las altas procesiones.
Y esplendores de atisbos infinitos,
y horizontes
arañados por la espectral codicia que se mira el rostro
en el espejo roto de los negros.

¿Adónde van los conquistadores? Es el título en la historia
que pregunta al viento.
Y el indio le responde
señalando las remotas alas
de un ángel que habita al sur de la memoria.

La noche me sorprende
ante las puertas claveteadas con martillo y llanto de doncellas.
Las barbas incendiadas crecen.
El río de la luna que la soledad respira
se desliza mansamente por los muros.
Y la nostalgia. La nostalgia que es vestal del horizonte.
La nostalgia, doncella ululante y loca, que desnuda corre
dejando atrás los velos,
atraviesa y salta más allá del mar en barcos rojos.

Todo esto veo ardiendo en los confines,
entre viajeros que parten hacia el sur y siempre parten,
de la noche a la mañana,
por el río y por los sueños que se hunden
bajo el dedo indígena hacia el sur,
hacia el sur, dulcemente, hacia el sur eterno y siempre,
hacia el sur que no se apaga,
hacia el sur que al sur se orienta y queda al sur
de las manos extendidas en adioses,
al sur de la ciudad abierta como un álbum
que guarda mariposas disecadas.

La tarde petrifica la memoria de funerales encendidos
mientras cae la noche.

(Tomado de: Los humos y las voces. p. 53-59).

21 noviembre, 2007

Los consejos musicales de Camila

Esta semana, Camila, una vieja amiga de cuatro años de edad, me hizo una recomendación maravillosa.

-"Diego -me dijo con los ojos abiertotes y con la sabiduría de una experta melómana-, yo me sé toda la canción 'Acuarela', la que canta Toquinho. Es mi canción favorita"...

Inmediatamente comenzó a cantar y la melodía del cantautor brasileño era un dulce en la boca de mi amiguita.

Desde ese día no he dejado de escuchar la canción y espero, ansioso, su próximo consejo.


20 noviembre, 2007

La ciencia de las nubes

Foto tomada de aquí

Embutido en el pupitre, con la vista fija en el pizarrón, una tediosa lista nombraba, etiquetaba, clasificaba a las nubes en cumulonimbos, cirros, altostratos y estratocúmulos…

Una vida completa para entender la ciencia de las nubes.

Hoy, que ya he olvidado esos nombres, me divierto buscando en el cielo figuras de animales, objetos y rostros…

Las cambiantes nubes han recobrado su magia.

09 noviembre, 2007

Premian a jóvenes escritores de la UNEG


El Jurado Calificador del “I Concurso Estudiantil de Literatura UNEG 2007” reveló el veredicto del certamen convocado para incentivar la creatividad de jóvenes escritores y en el que participaron estudiantes de todos los proyectos de carrera que imparte la Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG) en sus seis sedes académicas.

El certamen fue convocado en julio pasado por iniciativa de docentes y literatos de la UNEG, quienes contaron con el apoyo irrestricto de la Coordinación General de Extensión y Difusión Cultural, a objeto de promover los valores artísticos de la comunidad universitaria. Las menciones en concurso fueron poesía, cuento y ensayo, quedando esta última desierta.

El Jurado estuvo integrado por los profesores Álvaro Molina, Diego Rojas y Roger Vilaín en la mención cuento, en tanto la mención poesía correspondió a los docentes Rosario Figallo, Carmen Rodríguez y Juan Guerrero. Una vez leídos los trabajos concursantes y realizada la deliberación los jueces declararon como ganadoras las obras “Un gran plan” (Cuento) y “Alma Abierta” (Poesía), autoría de Mariela Del Valle Silva Jiménez y Ángel Gutiérrez Guillén, respectivamente, ambas estudiantes de Educación Integral en la sede de Puerto Ordaz.

De acuerdo con la opinión del jurado, Marielsi (seudónimo de Mariela Silva) concibió una obra que “evidencia un esfuerzo creativo por plantear de manera estética, crítica y amena el actual problema de nuestro medio ambiente, trasluciendo una marcada influencia de la fábula infantil, con acierto y frescura tanto en el lenguaje como en la trama”.

Roger Vilaín y Diego Rojas, catedráticos de la UNEG y hacedores del concurso, destacaron la gran acogida de la convocatoria en su primera edición, producto de lo cual se institucionalizará el certamen literario estudiantil entre julio y septiembre de cada año, para luego revelar el veredicto en octubre, entregar la premiación y la publicación de las obras ganadoras en el mes de diciembre.

Próxima entrega

En una ceremonia a realizarse el próximo mes de diciembre, los estudiantes ganadores se harán acreedores de un certificado de reconocimiento, Bs. 300.000 y la publicación de la obra. Los ejemplares editados con los escritos ganadores serán de distribución gratuita y podrán ser adquiridos en la Coordinación General de Extensión y Difusión Cultural de la UNEG.


PRENSA UNEG

Un Saturno que devora a sus hijos


El argumento extendido y común de menospreciar y frivolizar la obra de los escritores debido a la tormenta personal padecida por ellos, tormenta producida por las mismas condiciones sociales, económicas y políticas de la sociedad que les toca vivir, se me antoja como un Saturno que devora a sus propios hijos.

Todo escritor, que cumpla el significado exacto de la palabra, dice una verdad, y quizás esa sea la causa por la cual su figura es deformada hasta llegarlo a convertir en un ser ajeno al mundo. Sin embargo, ¿cuál es esa gran “verdad” que nos intentan decir los escritores?

De Whitman, por ejemplo, cuya falsa imagen no pasa de ser la de un viejo hippie, enamoradizo de la vida y de las flores, un niño grande nomás, podemos entender que la humanidad es una sola y que las diferencias sociales no pasan de ser un maligno artificio:

“Yo pronuncio la antigua palabra original, hago el signo de la Democracia.
¡Por Dios! Nada aceptaré que los demás no puedan admitir en las mismas condiciones.”

La imagen que nos llega de Edgar Allan Poe se limita a la idea de un ser atormentado, borracho y demoníaco. Su nombre, reservado ahora para las festividades de Halloween, encarna la valiente lucha de un creador ante la maldad humana. Asediado por las deudas, su infinita pobreza le llevó una vez a confesar a un miembro de un jurado de un concurso literario lo siguiente: “Su invitación me ha hecho sufrir mucho. No puedo aceptarla, por un motivo humillante: el estado de mis ropas. Puede usted imaginar cuánto me mortifica hacerle esta confesión. Pero era necesaria”. Su “cuervo”, su “corazón delator”, su “gato negro”, son símbolos del desasosiego de una sociedad que pone el tener por sobre el ser.

Allen Ginsberg y la generación Beat, de mediados del siglo XX, son ejemplo de otra posición de protesta y denuncia en contra del estilo de vida norteamericano. La frivolización de la imagen del poeta beat, que podemos apreciar en varias películas, mostraba a un poeta de barba, boina, vago, que malgastaba su tiempo en recitar poemas sin sentido y tocar bongós en mugrientos cafés. Pero la realidad es otra. La Generación Beat produjo una poesía muy comprometida con su tiempo y su nación; una poesía que, cual aullido, como dice uno de los poemas de Ginsberg, denuncia la fatuidad de la existencia del ser como simple mercancía:

“¿Pasearemos soñando con la perdida América del amor al lado de automóviles azules en las carreteras, camino hacia nuestra silenciosa casita?
Ah, padre querido, barba gris, solitario y viejo maestro del valor,
¿qué América tuviste cuando Caronte dejó de impulsar la barca y tú descendiste a una humeante orilla observando cómo desaparecía la balsa sobre las negras aguas del Leteo?”

Es urgente entonces una campaña permanente de desmitologización de la figura del creador artístico, que lo haga ver como un “lector”, un “traductor” de la realidad y de los individuos. Que nos acerquemos al arte con la intención, más allá de alcanzar algún placer estético, de apreciar nuestro presente. Que hagamos un trabajo intensivo de fomento de la lectura para interpretar, entre las páginas de nuestra literatura, nuestra misma esencia.

Sólo fomentando la lectura y reeducando a las masas en la valoración artística, sólo así, eso creo, los hijos de Saturno podrán emanciparse y derrocar a su padre devorador…

06 noviembre, 2007

El escritor frente al poder

Foto tomada de aquí

En Roma, en el año 62 después de Cristo, el poeta Lucano había perdido los favores y la protección de Nerón debido a la composición de algunos poemas que denunciaban la corrupción y desacierto de algunos funcionarios del imperio. Lucano, quien a los 16 años era ya poeta laureado y formó parte del círculo de amigos del emperador, se suicidó cortándose las venas a los 26 años, desangrándose mientras recitaba uno de sus poemas favoritos. Durante los cuatro años anteriores a la muerte del poeta, el emperador Nerón le prohibió realizar lecturas públicas, siendo desde ese instante un ser desgraciado y execrado del poder y, por lo tanto, del gusto del público. Desde el poder se inició una campaña de desprestigio hacia el desdichado poeta. En una de sus últimas composiciones, Lucano había dicho en forma de sentencia: “Aléjese de los palacios el que quiera ser justo. La virtud y el poder no se hermanan bien”.

Este ejemplo que nos da la historia muestra, en una vergonzante sucesión de premios y castigos, el dilema de la situación del escritor ante el poder, del intelectual frente al gran aparato del estado. El arte, la ciencia, la literatura, el pensamiento verdaderamente honesto es radicalmente opuesto a todo poder, pues devela la esencia de la realidad y de las relaciones humanas. Todo arte verdadero, para decirlo en forma de sentencia, esconde dentro de sí un germen de revolución.

Esta es la causa por la cual la industria cultural permanentemente configura la imagen del escritor, del intelectual, del artista, como un ser desorientado, borracho, loco, con los pies y la mente en las nubes; imposible de concebir como un modelo social. En un banal ejercicio de silogismo exasperante, la conclusión de esta imagen del intelectual como loco lleva a la idea de que la obra producida por éste necesariamente tiene un interés menor para nuestra vida. Pensemos un poco en las expresiones que oímos hace mucho ya, de boca de nuestras madres y abuelos, que nos aconsejaban que no leyéramos tanto porque seguro nos enfermaría. “No lea después de comer que le dará una embolia”, decía mi madre recordándome a Zuqué, al loco del pueblo de su infancia, como la prueba irrefutable de que la lectura sucesiva lleva a la insania. O hagamos un ejercicio de repaso de las películas hollywoodenses, moldeadoras en gran parte de la concepción que tenemos del mundo, y veremos siempre que el personaje del escritor o del artista siempre es presentado como un ser desequilibrado.

Si listamos los nombres de los autores más representativos de la literatura norteamericana, por poner un ejemplo, encontraremos también la persistente idea de que ellos fueron unos dementes, seres desorientados cuya obra sólo se explica desde el delirio personal de cada individuo. Desde Whitman, pasando por Edgar Allan Poe, O’Henry, Jack London, Herman Melville, llegando hasta la misma Generación Beat y Hemingway, o Faulkner, entre muchos otros, la imagen de menosprecio e inutilidad hacia ellos y hacia su obra supone una crítica utilitaria al saber, fomentada por la visión tecnológica y desarrollista que nos arropa desde la segunda mitad del siglo XX.

Como Lucano, los creadores norteamericanos que han desnudado la urdimbre social del imperio, han padecido la furia de castigo del gran César.